Algo tan cotidiano como conectarse a internet desde el teléfono es posible en Cuba (si puedes pagarlo) desde hace solo unas semanas.
Hacer una sola lectura de cuál fue el legado y el impacto de la Revolución cubana de 1959 y llegar a una única interpretación es una tarea prácticamente imposible.
Este 1º de enero se cumplen 60 años de la caída de Fulgencio Batista y la llegada al poder de Fidel Castro, pero críticos y defensores continúan analizando de manera enfrentada las luces y sombras de este episodio histórico y sus consecuencias en la isla caribeña.
Sean más los logros o los fracasos derivados de la Revolución, de lo que no hay duda es que muchos aspectos de la vida en Cuba son ciertamente particulares y a los turistas les bastan pocos minutos en el país para descubrirlo.
Estas son siete de las muchas cosas cotidianas que hacen de Cuba un país, cuanto menos, diferente al resto de América Latina.
1. La conexión a internet
Cada vez hay menos personas que conciben su día a día sin tener en el bolsillo una ventana permanente a internet. Pero lo cierto es que en Cuba la conexión a la red apenas está todavía despegando.
En el ranking de acceso a internet de 2017 elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, Cuba se encontraba en el puesto 166 de 176 países. En América Latina, solo Haití reflejaba menores datos de conectividad que Cuba.
Lo cierto es que hasta hace muy poco, esta conexión virtual al mundo desde Cuba era un privilegio al que solo podían acceder personas que trabajaban para el Estado como funcionarios o periodistas.
Del resto, los más afortunados podían utilizar una especie de «intranet» o red interna controlada por el gobierno contenidos muy limitados.
Pero en 2015, parques y plazas de la isla mostraron unas escenas inéditas: cientos de personas pegadas a sus laptops y tabletas se conectaban emocionados por primera vez gracias a puntos wifi de pago instalados en lugares públicos.
Finalmente, hace unas semanas se habilitó la opción de navegar desde los celulares con tecnología 3G. El precio, sin embargo, continúa siendo caro: el paquete mínimo de US$7 por 600 megas es todo un lujo en un país en el que el salario medio mensual es de US$30, según datos oficiales del gobierno.
Navegar en Cuba, de momento, no está exento de censura: Amnistía Internacional denunció en 2017 la existencia de decenas de web bloqueadas en la isla, en su mayoría críticas con el ejecutivo.
2. Los medios de comunicación
El elevado precio de internet provoca que la mayoría de cubanos aprovechen al máximo para hablar con familiares en el extranjero (pocos son quienes no tienen algún pariente fuera de la isla) y muy poco para leer información en prensa online.
Y es que tras toda una vida acostumbrados a recibir noticias únicamente a través medios controlados por el Estado, buena parte de la población aún no siente como prioridad la necesidad de informarse a través de medios de ideología o línea editorial diferente.
En los últimos años, sin embargo, nacieron gracias a la llegada de internet varios blogs y medios independientes empeñados en ofrecer una versión alternativa de la actualidad a la que propaga el gobierno.
Pero su alcance entre la población no es tan masivo y su futuro no está claro, dado que la Constitución de Cuba estipula que los medios «son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada».
Por eso, ante la escasa oferta y variedad en los medios estatales, los cubanos responden con ingenio recurriendo a una práctica clandestina pero conocida por todos: comprar «el paquete».
Se trata de un terabyte de contenidos digitales (películas, series, música, anuncios…) que se pueden adquirir en CD o memorias USB externas, y que son puntualmente actualizados cada semana con los estrenos del momento.
Saber a ciencia cierta quién o cómo introduce en el país esta especie de Netflix o Craiglist cubano sigue siendo todo un misterio.
3. Los Comités de Defensa de la Revolución
En 1960, Fidel Castro anunció «un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva» para defender la obra de la Revolución que acababa de nacer y movilizar a sus partidarios desde las comunidades.
Considerados «los ojos y oídos» de este movimiento, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) fueron creados en todos y cada uno de los vecindarios para «defender el socialismo» y vigilar de alguna manera a quienes se señalaban como«contrarrevolucionarios» en el barrio.
Su lema «Con la guardia en alto» y la imagen de un hombre alzando un machete no dejaba lugar a dudas de cuál era una de sus principales misiones.
Décadas después, estas organizaciones continúan activas. Participan en actividades comunitarias como donaciones de sangre o de fomento de la participación ciudadana mediante asambleas y debates locales.
Pero la tarea de vigilancia también sigue vigente y los CDR continúan formando, aunque en menor medida, una red de información para que el Estado pueda conocer lo que hace o piensa su población, gracias por ejemplo a las guardias nocturnas que se realizan en algunas zonas.
Por ello, muchos consideran a los CDR como una especie de organización de vigilancia local responsable de fomentar la desconfianza hacia sus propios vecinos.
Y este recelo es mantenido por algunos ciudadanos incluso cuando salen fuera de Cuba y confiesan seguir teniendo la impresión de ser «espiados» en todo momento.
4. Botella
El transporte en Cuba continúa siendo uno de los principales problemas en la vida cotidiana de los cubanos.
El servicio de las guaguas u ómnibus (autobuses), de bajo precio gracias a que están subvencionadas por el Estado, no consiguen responder a la gran demanda de transporte público, que es aliviada en parte por los «boteros» o transportistas privados que manejan carros antiguos a modo de taxi.
Conocidos como «almendrones», estos pintorescos autos clásicos de los años 50 que son de lo más retratado en las fotos de los turistas, no son tan amados por los cubanos que ven extremadamente difícil comprar un vehículo nuevo debido a su elevado precio.
Y aunque en Cuba existe línea de ferrocarril desde 1837 (fue el primer tren de América Latina y también se le conoce como «el primero de España», ya que por aquel entonces la isla era colonia del país europeo) su servicio hoy es tan lento y poco eficiente que muchos dicen que «uno sabe cuando monta, pero no cuando va a llegar a su destino».
Ante este panorama, la solución para muchísimas personas es salir cada día a «coger botella» (pedir un aventón).
Y está tan generalizado que incluso existe la figura de unos funcionarios (conocidos popularmente como «chalecos amarillos») encargados de detener a los autos del Estado (carros de empresa) que circulan medio vacíos para obligarles a transportar a otros pasajeros.
5. La doble divisa
La peculiaridad de Cuba afecta incluso hasta a su moneda. Desde 1994, en la isla operan a la vez dos divisas, aunque ninguna es extranjera como ocurre en otros países.
Se trata del histórico peso cubano (CUP) y del peso convertible (CUC), el cual equivale a US$1 (o 24 pesos cubanos).
Pese a que la unificación monetaria fue aprobada en 2011, esta singular dualidad sigue presente en las calles de Cuba y contribuye en buena parte a una clara división de la economía.
Al margen de lo que se puede comprar en los comercios estatales, buena parte de los productos de la vida diaria se venden en CUC, por lo que el poder adquisitivo de quienes cobran en pesos cubanos se ve fuertemente devaluado.
Además, el hecho de que los turistas (una de las grandes fuentes de ingreso en el país) paguen mayoritariamente con CUC provoca situaciones totalmente inverosímiles en otros países.
Por ejemplo, es más que frecuente que el camarero de un restaurante que tiene contacto con extranjeros (y le llegan propinas) gane mucho más que un médico, cuyo sueldo marcado por el Estado en pesos cubanos puede rondar entre US$25 y US$60.
No es posible hacer transacciones en Cuba con moneda extranjera. De hecho, tener dólares estadounidenses en suelo cubano podía pagarse con la cárcel hasta que a principios de los 90 se despenalizó por el auge del turismo y las remesas.
6. La atención médica gratuita
El sistema de salud es uno de los mayores orgullos de la Revolución cubana.
El gobierno siempre ha presumido de que los servicios médicos en el país son totalmente públicos y gratuitos para la población, mientras que en países como su histórico enemigo Estados Unidos son privados y muy costosos.
La Organización Mundial de la Salud reconoció en varias ocasiones la excelencia del sistema sanitario cubano, que según el Banco Mundial cuenta con el mayor número de médicos del mundo: más de siete por cada 1.000 habitantes.
En 2015, se convirtió en el primer país en eliminar la transmisión de VIH y sífilis de madre a hijo. Dos años después, alcanzó la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia (y la menor de América Latina): cuatro por cada 1.000 nacidos vivos.
Igualmente es conocida la labor de sus misiones de brigadas de médicos en el extranjero (una de las principales fuentes de ingresos para el gobierno cubano), pese a que algunos países han cuestionado la formación de los profesionales de la isla cuando buscan revalidar sus títulos en el exterior.
Lo cierto es que es habitual que buena parte de los cubanos en el extranjero esperen a regresar a su país para hacerse análisis médicos o someterse a una cirugía de manera gratuita.
Sin embargo, son muchos pacientes los que critican lo que denominan «un secreto a voces» provocado por el ya mencionado bajo salario de los doctores cubanos: la necesidad de hacer un «regalo» a su médico (ya sea comida o dinero) para asegurarse una mejor calidad en la atención o que la espera para entrar en quirófano sea más corta.
7. La educación universal
La educación es otro de los grandes orgullos del gobierno cubano, cuyo sistema de enseñanza público y gratuito también ha sido reconocido a nivel mundial.
Entre sus históricos logros está la campaña nacional llevada a cabo en 1961, cuando miles de personas recorrieron los rincones más recónditos del país para ayudar a aprender a leer y escribir al casi 24% de población analfabeta de aquella época.
El índice quedó reducido al 3,9% y la isla fue declarada el primer territorio libre de analfabetismo en América Latina, como reconoció después la UNESCO.
Todos los niños cubanos van a la escuela, independientemente de la situación económica de sus familias. La cobertura primaria es prácticamente absoluta y la gran mayoría de quienes la terminan continúan en secundaria. El prestigio de la Universidad de La Habana es reconocido a nivel regional.
Sin embargo y de manera paralela a lo que viven los médicos, la crisis también ha afectado a la figura del profesor por el bajo salario que recibe.
Ante el escaso interés vocacional por hacerse maestro, el gobierno puso en marcha en la última década programas como los Maestros Emergentes y Profesores Integrales, dedicados a capacitar de manera intensiva en pocos meses a interesados en impartir clases pese a no contar con formación específica en educación.
Según algunos analistas, este puede ser el origen de que la calidad educativa en Cuba no sea ya la misma, al arrastrar hasta la actualidad a personas que entraron en el sistema sin especial preparación ni interés por la profesión.
Y si algunos médicos completan su salario con los presentes que reciben de pacientes, muchos maestros lo consiguen gracias a la tarea del «repasador»: maestros que cobran por dar clases particulares en sus casas a los alumnos después del horario escolar.