Mientras más leo los episodios políticos y militares sobre la Restauración de la República, más aumenta mi admiración y sorpresa hacia esos hombres que escribieron el más grande evento histórico de nuestro país.
Las dimensiones de los hechos ejecutados por los líderes restauradores, tanto políticos como militares, tienen magnitud de acontecimientos universales y no parecerían sucesos acaecidos en un pequeño territorio insular del Caribe.
En el aspecto militar, leyendo los escritos del capitán general La Gándara, González Tablas y Adriano López Morillo, todos participantes en los episodios que nos ocupan, llegamos a veces a creer que estábamos ante una de las batallas de los grandes eventos de las guerras napoleónicas contra los poderosos ejércitos de las potencias europeas de la época.
Veamos: después de la gran batalla de Santiago y la salida de Buceta de la fortaleza San Luis hacia Puerto Plata con un ejército en desbandada, los españoles aprendieron que estaban enfrentados a un pueblo con bríos espartanos. Un grupo de soldados desharrapados y mal armados podrían hacer frente a uno de los ejércitos más importantes y orgullosos de esa época, el ejército español.
Después de esta derrota, el ejército ibérico preparó una impresionante flota para salir desde Cuba a la conquista de la ciudad del Morro. El fin era establecer en Montecristi su cuartel general y aplastar el movimiento restaurador.
He aquí la descripción de la misma que hace el luego general Adriano López Morillo: “…las fuerzas navales estaban compuestas por las fragatas Lealtad, de 41 cañones; Concepción de 38 cañones; las corbetas Santa Lucía, de 3 cañones; Huelva, de 3 cañones; vapores Francisco de Asís, de 17 cañones; Isabel La Católica, de 6 cañones; Blasco de Garoz, de 6 cañones; Colón, 6 cañones; Álvaro de Bazán, 6 cañones; transporte de guerra San Quintén, San Francisco de Borja, Velasco, y la Marigalante.
Vapores mercantes: Europa,María,Cataluña,Cubana,Hamburgo, Tor y el inglés Kestral; estos buques mercantes fueron contratados por el ejército español.
Los barcos de transporte, además de los miles de soldados traían 240 mil raciones de harina, galletas, tocino, arroz, vino, café, azúcar, pimentón, 20 pipas de aguardiente de caño, 6 barriles de vinagre y 20 mil raciones de pienso (maíz y heno) para la caballería…”.
Por lo extenso del detalle cortamos aquí las descripciones, sin antes decir que también traían una máquina para convertir el agua salada en dulce y una para producir hielo, algo increíble para la época.
Las descripciones del elemento militar humano no la vamos a efectuar, porque ocuparía demasiado espacio, pero lo que hemos narrado dará al lector una idea de la magnitud de la empresa española con miras a aplastar la revolución restauradora.
La Gándara conquistó a Montecristi y luego Puerto Plata con su ejército demoledor, pero no pudo doblegar el valor de los hombres restauradores y la inteligencia y habilidades de los líderes políticos, tales como Pedro Francisco Bonó, Benigno Filomeno de Rojas, Ulises Francisco Espaillat, entre otros, y de los titanes de leyenda como Gregorio Luperón, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, Gaspar Polanco, José Antonio Salcedo (Pepillo), Federico de Jesús García, Juan A. Polanco y otros prohombres que tuvieron el coraje de enfrentar tanto poder para lograr darnos una república independiente.