Miguel Musa permaneció un buen tiempo en Santiago “restableciéndose” de sus dolencias, tiempo que aprovechó para hacer llegar a sus excompañeros de cárcel importantes informaciones de los movimientos que efectuaba el gobierno restaurador.
Estas informaciones las hacía llegar a Jánico mediante cartas que lograba enviar por diversas vías y contactos.
Las informaciones que el hábil alférez Musa lograba transmitir a sus antiguos compañeros de celda, dio lugar a que estas entorpecieron los planes y negociaciones del gobierno de Santiago, llegando a enterarse anticipadamente el general La Gándara de los propósitos de los restauradores.
El general La Gándara se encontraba en Montecristi planeando atacar a Santiago en la mejor oportunidad.
Las informaciones que Musa enviaba por cartas a Jánico eran inmediatamente remitidas a La Gándara a Montecristi por vía de la guerrilla de Jánico, en la persona de su dirigente José Ramón Ureña, quien atrevidamente se desplazada a la zona atravesando grandes peligros.
El gobierno de Santiago tenía grandes sospechas de que alguien estaba transmitiendo informaciones confidenciales al alto mando español y emitió un decreto condenando a muerte a cualquier persona que fuera atrapado con correspondencia al enemigo.
El alférez Musa, sabedor de que sus letras eran bien conocidas por gran parte de las autoridades, se valía del sargento Andrés Gelí para que escribiera todas las cartas dictadas por él para ser enviadas a Jánico. El sargento Gelí fue descubierto mientras transcribía una carta para ser enviada a Jánico. Fue sometido por el delito de espionaje y condenado a ser fusilado.
El gobierno de Santiago tuvo una decisión dividida. Benigno Filomeno de Rojas, José Manual Glas y Sebastián Valverde fueron de opinión que el sargento Gelí fuera sometido a un consejo de guerra, pero Mella, Bonó, Espaillat, Curiel y Pepiñan querían que fuera pasado por las armas por el delito de espía.
El día 29 de julio de 1864 Gelí fue sacado del calabozo y conducido al cementerio municipal y fusilado por un pelotón.
Dice Adriano López Morillo en su obra “Segunda reincorporación de Santo Domingo a España”, pág. 63: “Geli murió con la entereza que desde el primer instante demostró su valor, su resignada actitud y aquella virilidad de que daba potente prueba, no queriendo citar cómplices ni a quién dirigía sus escritos: Entre los soldados que los fusilaron uno dijo: jombrecito como éte no se debían matar”.
Así terminaron las filtraciones de informaciones vía Jánico al general español La Gándara. Aunque las guerrillas serranas no afectaron la restauración en luchas o enfrentamientos directos, hicieron mucho daño en el aspecto moral y en la tramitación de informaciones al ejército español.
Lo increíble es que miembros del gobierno provisorio de Santiago tuvieran alojado en su casa al actor intelectual del espionaje contra la gesta restauradora, el alférez Miguel Musa.