** FILE ** In this Feb. 6, 1988 file photo, Michael Jordan of the Chicago Bulls dunks during the slam-dunk competition of the NBA All-Star weekend in Chicago, Ill. Jordan along with John Stockton, David Robinson, Utah Jazz coach Jerry Sloan and Rutgers women's coach C. Vivian Stringer were all elected to the class of 2009 Basketball Hall of Fame on Monday, April 6, 2009. Induction is Sept. 10-12 in Springfield, Mass., home of the Naismith Memorial Basketball Hall of Fame. (AP Photo/John Swart)
Nueva York.-¿Qué hace que un atleta se convierta en el más importante de todos los tiempos? Sus logros personales, sus logros de equipo, y el impacto que tuvo para la NBA y la generación que tocó conmover.
Nunca en la historia del deporte un jugador tuvo más impacto que Michael Jordan en Chicago Bulls.
El genio de North Carolina fue heredero de una época de leyenda en la que Larry Bird y Magic Johnson eran insignia.
Y fue el símbolo de la explosión de la NBA como producto globalizado y expansivo: no sólo se trataba de lo que pasaba en el propio lugar sino de lo que se desparramaba a lo largo y ancho del mundo a través de la televisión satelital.
Súper héroe
Jordan fue, quizás, el único súper héroe de carne y hueso que jamás defraudó dentro de una cancha de básquetbol. «Ven a volar conmigo», rezaba su slogan.
Sus piernas de elástico, combinadas con una mente obtusa, de hierro, y una personalidad avasallante, hacían del mito una realidad inexpugnable.
Explicar a Jordan es describir la esencia maravillosa del básquetbol: en un juego en el que las grandes cosas se resuelven en el final, su Majestad se divirtió a lo largo de su carrera desactivando bombas en el último segundo para llevar a su equipo a la salvación.
Esa capacidad de cortar el cable a tiempo y salir sin un rasguño lo convirtió en una estrella de Hollywood inigualable. Jordan fue siempre cinematográfico: le darás el balón y todo estará bien. Ya verás. El genio festeja y saluda una vez más. La alegría, de nuevo entre nosotros.
Histórico
La belleza de Jordan está en los momentos mágicos que sirvieron de tinta para firmar un contrato inmortal con la historia. El juego de la fiebre en las Finales de 1997 ante el Jazz.
El duelo en el certamen de volcadas frente a Dominique Wilkins en 1998. Los 63 puntos frente a Boston Celtics en el Garden en 1986 («Hoy Dios se disfrazó de jugador de básquetbol», dijo Larry Bird al cierre del juego).
Michael Jordan ganó el concurso de clavadas de 1988 al derrotar a Dominique Wilkins en una de las finales más recordadas.
Ganó un título de NCAA en 1982 en el que anotó los últimos tiros para llevarse el campeonato. Ganó dos oros olímpicos (1984, 1992). Fue elegido tercero en el Draft de NBA de 1984 por detrás de Hakeem Olajuwon y Sam Bowie. Anotó cuatro veces sesenta puntos en su carrera. Ganó cinco MVP’s (1988, 1991, 1992, 1996, 1998). Ganó seis títulos de NBA (1991, 1992, 1993, 1996, 1997, 1998). Lideró la NBA en anotación en siete temporadas consecutivas (récord NBA).
El más grande
La sensación de éxtasis nunca encontró un pico más alto. El atleta de más impacto de la historia del básquetbol tiene nombre, apellido y un legado brillante que lo respalda.
El molde, después de Michael Jordan, se rompió para siempre.