Invitada al coloquios del periódico El Día, la doctora Rosy Pereyra Ariza, especialista en geriatría y directora del Instituto del Abuelo,/foto José de León.
Santo Domingo.-Al salir de una clase de Fisiopatología (enfermedades pulmonares) se encontró con una señora en el pasillo del hospital docente Padre Billini que estaba cianótica (morada) producto de un ataque de asma, esta situación impresionó Rosy Pereyra Ariza, así que se le acercó y le dijo que debía ir a la emergencia.
Un familiar de la señora le explicó que la habían atendido, pero que como no presentaba mejoría decidieron quedarse dando vueltas en el pasillo del centro.
Para Pereyra esa era su primera vez en un hospital, así que angustiada por la condición de la dama corrió a buscar a su profesor de neumología y le dijo que fuera con ella que tenía una paciente en muy malas condiciones.
“Cuando lo llevó, ese señor, con esa parsimonia me dijo: “doctora ellos lo que quieren es dejar la vieja, aquí. Si nos llevamos de ellos tuviéramos los pasillos llenos”.
Esa expresión marcó tanto a la joven estudiante de Medicina que en ese momento decidió especializarse en Geriatría. Por considerar “que tenía que haber otra forma de tratar a esa población. Le digo que para mí es hasta desagradable hablar de eso”.
Ese hecho y otros más que fue observando durante sus 12 años de formación le hizo prometerse así misma que “nunca iba a trabajar en un hospital aquí. Porque hubiese tenido muchas confrontaciones”.
Hace una pausa, y agrega que aun continúa formándos, porque los tiempos también van cambiando.
Con el transcurrir de los años impartió docencia teórica y práctica a los residentes de Medicina interna y a los estudiantes de Medicina les daba clase de Geriatría.
“Yo sufría mucho porque la gente iba desde las cuatro de la mañana hacer fila para conseguir una consulta.
Esos médicos llegaban a las diez de la mañana y ya a las once y media se iban. Y esa gente, viejo o joven, no importaba, muchas veces no tenía como pagar un transporte, una comida, y tenían que volver otro día a pasar más trabajo. Eso yo no lo toleraría”, dijo tristemente.
Para 1977 ya Pereyra se había especializado en Geriatría en Londres, Inglaterra. A su regreso al país, para esa época, narra, le preguntaban que si ella hacía cirugía plástica, al tiempo que suelta una carcajada, “pues no se tenía ni la menor idea de lo que era la Geriatría”.
Lo primero que hizo tras su llegada a su tierra natal fue empezar a hacer opinión pública, pues con esto se logran los cambios. “Iba a muchos programas de televisión, la radio, periódicos y fui orientando”, dice.
Primera mujer
Destaca que en el país solo había un geriatra para ese entonces, Tabaré de los Santos, quien falleció.
Indica que fue la primera mujer geriatra en el país, y que desde su llegada ha ido haciendo camino al andar.
Cada vez que se acerca a un grupo de personas siempre les dice la razón del porqué llevar a un adulto mayor a un geriatra.
Pone de ejemplo si usted tiene un niño de dos años y este tiene una diarrea, pues lo lleva al pediatra. Lo mismo sucede con las personas en la edad mayor, debe ser llevado al geriatra, porque este es el que maneja los cambios.
De eso han transcurrido 39 años y al día de hoy muchas personas, expresa la galena, piensan que la Geriatría es para cuando la gente está “lista, que no tiene más nada que hacer, y esto no es así”..