Disciplina y trabajo son compañeros del talento hacia el éxito

Disciplina y trabajo son compañeros del talento hacia el éxito

Disciplina  y   trabajo son compañeros del talento hacia el éxito

Invitado al coloquios del Día, José Antonio Molina, laureado compositor, director y arreglista dominicano /foto José de León

Santo domingo.- La disciplina, seriedad, calidad y pasión son de las cualidades que han empujado a la cima la carrera del reconocido pianista y director de orquesta José Antonio Molina. Un hombre que hoy lleva la vida al máximo y aclara que quien vive en el pasado ya murió.

En Molina uno observa un hombre atlético, bien conservado que coquetea con su pelo canoso al pasarse las manos por el, lo que le da un aire de galán al llamado “maestro Molina”.

Es considerado uno de los mejores directores de orquestas del mundo y la crónica internacional se hace eco de su trabajo donde quiera que se presenta.

Con Pavarotti

Pero fue el gran Luciano Pavarotti quien le dio la satisfacción de ver su sueño en la música clásica hecho realidad.
“¡No lo veía como algo alcanzable! Trabajar junto a él, francamente, fue más que un honor, un privilegio, y el reto más grande mi carrera. Cuando era niño escuché una de las primeras grabaciones del maestro Pavarotti y desde ahí quedé amarrado a esa melodía que siempre rondaba en mí. Desde entonces él se convirtió en uno de los artistas que más admiré y nunca imaginé que estaría al lado de ese señor. Dirigir a “Pavarotti and Friends” fue todo para mí”, dijo.

La historia

Molina cuenta con entusiasmo cómo llegó a trabajar al lado del tenor más respetado del mundo. Y esta historia lo hace reír y avivar sus ojos al recrear su paseo con el fenecido artista.

“Lo que me llevó hasta donde Luciano Pavarotti fue mi condición de músico clásico y popular. Un día Luciano le dijo al maestro Phil Ramone, necesito un músico que sepa llevar la combinación de lo clásico y lo popular, porque cuando invito artistas como Céline Dion y Stevie Wonder no encuentro alguien con esa chispa que me los dirija en el escenario, y como yo había trabajado con Ramone un disco para el pianista argentino Raúl di Blasio, él de inmediato le dice que conoció un carajito dominicano que podían probarlo y si daba con el trabajo se quedaban con él y si no lo mandaban para su casa. Y desde el día que audicioné para Pavarotti hasta el día de su muerte estuve dirigiéndolo por el mundo en sus famosos conciertos “Pavarotti and Friends”. Hoy eso está documentado para el deleite de quienes disfrutan escuchar un recital de música clásica.

“Uff! Este hombre tenía el color de voz más hermoso del universo”, dice.

Se siente más joven

Hoy Molina se ve “fitnes”.

Dio un cambio sorprendente en su vida. De aquel hombre gordito, pelo largo, que cuando se sentaba en la fosa a dirigir la Orquesta Sinfónica sus gestos llamaban la atención, no queda nada. Él mismo ha dicho que en términos emocionales y físicos hoy se siente más joven que hace 20 años, lo que lo hace lucir seguro, seductor y dueño de cualquier situación.

“He hecho una conciencia de atesorar el presente, es decir, abrazarme al hoy, a este momento, disfrutar un cafecito, abrazar los momentos de la primera nieta que tengo, que ya va para un año, porque yo veo a mucha gente que vive aferrado a un pasado irrevocable que no se puede cambiar o apegado a un futuro que nunca va a llegar. Yo entiendo que el que vive en el pasado ya murió y el que vive apegado a un futuro, entonces ese no ha nacido.

Lo del maestro

Molina admiraba a Luciano Pavarotti antes de conocerlo y más cuando llegó al lado de él y vio algunas cosas en el que lo enamoraron más de su carrera. “Hoy puedo decir algunas cosas del maestro que para mí eran sorprendentes, como que el no leía las partituras que le ponían en frente cuando daba un recital. Pavarotti tuvo el encanto de que no leía ópera cuando actuaba, las memorizaba todas. El tipo tenía 300 ópera en su cabeza, memorizadas completas y esto para mí esto lo hacía más extraordinario”, . cuenta el director de la Sinfónica.