Invitado al coloquios del Día, José Antonio Molina, laureado compositor, director y arreglista dominicano /foto José de León
Santo Domingo.- Mientras el maestro Papa Molina tocaba el piano en la sala de la casa, su hijo, José Antonio Molina, el más pequeño de la familia, con 4 años de edad, desde cualquier rincón del hogar, escuchaba con mucha atención las notas que daba su progenitor, las cuales luego quería imitar.
Cuando su padre dejaba el instrumento, su vástago se sentaba frente al piano y empezaba a dar esos acordes que escuchaba a diario, pero lo hacía de oídos, sin antes ir a una escuela de música o preguntarle a su padre cómo se tocaba.
“Yo recuerdo que cuando tenía cuatro años todo lo que papá tocaba en el piano yo iba y lo imitaba”, dijo Molina.
La razón de su vida
Es por ello que el maestro sinfónico asegura que nació siendo músico y que no se imagina en otro escenario que no sea el de la música, ya que para él este arte lo es todo y si tuviera que definir la música diría que es “ la razón y esencia de su existencia”.
“Yo me felicito por la belleza de mi oficio, pues yo nací músico y no me veo en la vida haciendo absolutamente nada que no sea la música. Pero a decir verdad nunca pensé que iba a ser músico en mi vida, pues eso surgió”, dijo.
Empezó sus estudios de piano en el Conservatorio Nacional de Música. Papa Molina y su madre Josefina Miniño lo enviaron a formarse a Nueva York, 1980, donde hizo licenciatura y maestría en el Manhattan School of Music, al tiempo que estudiaba dirección orquestal y composición en la Julliard School of Music, donde se graduó en 1984.
“A los 19 años de edad yo salí del país a especializarme como pianista de conciertos. Salí de aquí soñando ser el mejor pianista del universo. Recuerdo que me ponía muy tenso cuando iba a tocar en público y para sentirme cómodo tocando para la gente tenía que ensayar entre 8 y 9 horas diarias, por lo que no tenía vida social”, precisó.
Tener oído es importante
El maestro Molina expresó que el oído es determinante en la música, ya que esta carrera es un arte de escuchar de manera esencial, por lo que cuando tiene una partitura en frente de 100 instrumentos, él escucha el sonido de cada uno de ellos en su oído interno antes que el músico lo produzca. “Cuando ese músico toca una nota y si está tarde o muy temprano o bajito de entonación o alto, tengo el sonido ubicado perfectamente en dónde va, cómo suena, y en el momento que lo nota en discordancia con la banda, ahí mismo yo lo corrijo”, dijo.
José Antonio Molina, quien es el director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, expresó que el músico que no se programa y no se sigue cultivando se anquilosa y empieza a decaer inmediatamente. Es por ello que no hay un día en que Molina no estudie o escriba una obra, ya que la música es un oficio a tiempo completo, por lo tanto en esta carrera la disciplina es fundamental.
En la música popular
Pese a ser un músico sinfónico, José Antonio Molina es un amante de la música popular y durante un tiempo fue pianista de la orquesta de su padre antes de irse a estudiar fuera del país. Tocaba un piano eléctrico y se considera una persona con ‘swing’ para tocar merengue y esto lo saben sus amigos Sony Ovalles, Ramón Orlando y Juan Luis Guerra.
“Yo tengo una tambora detrás de la oreja, como dicen por ahí, pero nunca me planteé la idea de hacer un grupo o de lanzarme como músico popular. Más bien lo vi como un complemento a mi carrera de clásico. Cuando estudiaba piano clásico y el viejo me escuchaba tocando un tumbao se incomodaba, porque él pensaba que si me distraía me metía a un combo”.