Hijo mío, por favor…

Hijo mío, por favor…

Hijo mío, por favor…

Hace más de trecientos años el religioso franciscano español Fray Junípero escribió las siguientes líneas que todavía hoy conservan su gracia y, sobre todo, su vigencia. Gracias a Ricardo Bodden por el envío.

– Hijo mío, por favor,
de tu blando lecho salta.
– Déjame dormir, mamá,
que no hace ninguna falta.

– Hijo mío, por favor,
levántate y desayuna.
– Déjame dormir, mamá,
que no hace falta ninguna.

– Hijo mío, por favor,
que traigo el café con leche.
– Mamá, deja que en las sábanas
un rato más aproveche.

– Hijo mío, por favor,
que el sol está ya en lo alto.
Déjame dormir, mamá,
no pasa nada si falto.

– Hijo mío, por favor,
que es la hora del almuerzo.
– Déjame, que levantarme
me supone mucho esfuerzo.

– Hijo mío, por favor,
van a llamarte haragán.
– Déjame, mamá, que nunca
me ha importado el qué dirán.

– Hijo mío, por favor,
¿y si tu jefe se enfada?
– Que no, mamá, déjame,
que no me va pasar nada.

– Hijo mío, por favor,
que has dormido en exceso.
– Déjame, mamá, que soy
diputado del Congreso
y si falto a las sesiones
ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito
acudir cuando se vota,
que los diputados somos
ovejitas de un rebaño
para votar lo que digan
y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía,
yo no sé por qué te inquietas
si por ser culiparlante
cobro mi sueldo y mis dietas.
Lo único que preciso,
de verdad, mamá, no insistas,
es conseguir otra vez
que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder,
ser sumiso, ser amable
y aplaudirle, por supuesto,
cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario
fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!

-Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el Parlamento!



TEMAS