Santo Domingo.-Sentado en su silla de ruedas por la discapacidad que arrastra desde hace años, a Domingo Antonio Zapata y su esposa Juana Martínez no les preocupaba ayer a las 11:35 a. m. no tener nada de comer, sino que permanecían con sus ajuares empacados y no los habían recogido para llevarlos a la Nueva Barquita.
Al igual que una buena parte de los pobladores, ellos se preparan para abandonar la “azarosa” vida que por décadas les ha tocado vivir.
Entre el lodo y las turbias aguas del río Ozama en la Vieja Barquita del municipio Este, la pestilencia, mosquitos y desechos se mezclan con las últimas lluvias como para darles una especie de despedida inolvidable del lugar.
La mayoría de los vecinos espera que los trasladen a la Nueva Barquita en el sector La Javilla, en Santo Domingo Norte, antes de que se active la temporada ciclónica, que inició ayer, y así no les destruya los pocos enseres que tienen.
Apenas siete familias, de un total de 20 que semanalmente pretende trasladar la Presidencia de la República, han sido reubicadas en el proyecto, quienes se sienten felices, pero aislados por el momento, ante la militarización impuesta para evitar el acceso a personas extrañas. Más de 5 mil moradores ocupan las zonas de alto riesgo del sector La Barquita.
“Estamos más que contentos, lo único que voy a recordar de aquí es que cuando el río se mete nos lleva tó y que los pies los tenemos podridos del lodo y agua sucia”, dijo Carmelo Ruiz, con 26 años en el callejón B. Allí ha levantado su familia con un pequeño colmado.
“Aquí tenemos to empaquetao desde el lunes, pero nos han dejado hasta nueva orden”, refirió Eladio Báez, en el callejón 7, quien reveló que se reunieron con el padre Gregorio Alegría para coordinar la mudanza. A Yuli Almánzar en cambio le preocupa que tiene un negocio de ropa y requeriría de un local comercial.
