El Congreso Nacional es un organismo bicameral, conformado por el Senado y la Cámara de Diputados. Sus miembros, elegidos por la población cada cuatro años, son responsables de hacer las leyes que rigen la sociedad y fiscalizarla.
El Poder Legislativo junto al Poder Ejecutivo y el Judicial son determinantes en el desarrollo y funcionamiento armónico de la sociedad. Pero a mi juicio, la esencia básica está concentrada en el Poder Legislativo. De ahí salen las leyes, ordenanzas, normas, directrices, que sustentan la nación.
Debemos ser exigentes al elegir los responsables de esta delicada misión. Deben ser capacitados, con amplia visión para apuntar hacia el desarrollo, fortalecer las instituciones y proteger la población; deben tener fuertes convicciones, leales, estar dotados de inteligencia responsable para alcanzar la meta y no caer en tentaciones.
Muchos votantes cometen el error de concentrarse en aspectos personales. Tienen en cuenta las dádivas materiales que reciben, que el candidato es hijo de fulano, rico y con poder, que me abrazó, etc. No piensan en sus intenciones, en el futuro de la nación.
De ahí, que terminan llevando al Congreso, personas que ven el cargo como un botín para disfrutarlo, que solo van a levantar la mano, a disponer del jugoso salario, “barrilito”, exoneraciones, etc., sin importarles sus deberes.
!¡Sueño con un Congreso lleno de hombres y mujeres responsables, talentosos, conscientes de su misión, buscando hacer una patria acogedora para todos! No importa el partido político al que pertenezcan, pero que las ideas sean juiciosas, expuestas con sabiduría, para que sean escuchadas y ponderadas con respeto.
Para ser candidato a legislador debería exigirse un mínimo de inteligencia y preparación académica. El perspicaz asume sin temor sus responsabilidades.
Ojalá pudieran coincidir en uno de estos organismos del Congreso, personas con cerebros “bien amueblados”. Algunas aspiran. Necesitamos legisladores que si hacen de demagogos lo hagan con inteligencia; que si son corruptos, ladronazos, al menos lo hagan con garbo.
‘ Que hasta los insultos sean sabios y exquisitos! Como decía un profesor, “no es que no mueran, es que caigan con elegancia”
Aunque sea repartidor de dinero y promesas, no votemos por un legislador cuya torpeza se ve a leguas.
Llegan al Congreso y no saben ni “rebuznar” Pagamos muchos impuestos para sostenerlos.
Qué fácil sería su escogencia, si se inventara un medidor de la inteligencia, un “brutómetro” por donde deban pasar los aspirantes, como condición obligatoria para clasificarlos… Pero, definitivamente, el que no pase la prueba no califica. Luego se vería su honestidad, capacidad, etc.
Sueño con parlamentarios concentrados en legislar, fiscalizar, en observar y cuidar con celo la nación, disciplinando las instituciones. Me duele verlos como politiqueros, disfrutando del ‘barrilito’, violando sus propias leyes, asumiendo tareas que corresponden a ministerios.
Busquémoslos que cumplan con su deber de manera ejemplar, que nos hagan sentir orgullosos al representarnos; que contribuyan a que tengamos una nación donde impere la justicia social, la paz, el desarrollo integral… Pensemos en la patria.