Aunque en algunos casos las diferencias son más sutiles, el acento que se habla en el norte de un país suele diferir del que se habla en el sur, así como no son iguales dentro de un mismo territorio los acentos de la gente de montaña que los de los habitantes de la costa.
Un oído acostumbrado puede reconocer, por ejemplo, en una sola frase, no solo de qué país de América Latina es el hablante, sino hasta de qué región del país se trata.
¿Pero de dónde vienen los acentos y cómo es que cambian?
Aquí te contamos cuatro factores interesantes que influyen en nuestra forma de hablar.
1. Tu acento puede empezar a formarse antes de que nazcas
Entendemos los acentos mucho antes de lo que piensas.
De hecho, científicos del comportamiento de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, descubrieron que los bebés pueden reconocer sonidos externos mientras están en el útero.
Los bebés también pueden llorar de manera diferente dependiendo de su lengua materna.
En otro estudio de 2009, los investigadores monitorearon el llanto de 60 recién nacidos, 30 eran franceses y los otros 30 alemanes.
Descubrieron que los bebés franceses lloraban con un tono ascendente, mientras que los bebés alemanes lloraban con una melodía descendente, igualando los patrones rítmicos de sus idiomas nativos.
Los expertos creen que los bebés intentan formar un vínculo con sus madres, imitándolas.
2. La movilidad social ha impactado en cómo hablan los grupos de personas
La movilidad social describe el movimiento de personas hacia arriba o hacia abajo en la escala social de la sociedad.
Históricamente, los acentos se desarrollan cuando grupos de personas viven en relativo aislamiento, sin contacto con otras personas.
Utilizando la aplicación English Dialects, académicos de la Universidad de Cambridge recopilaron datos de acentos de más de 30.000 usuarios en 4.000 sitios de Reino Unido y compararon los resultados con una encuesta realizada en la década de 1950.
Descubrieron que los acentos regionales parecen desvanecerse lentamente hacia una forma de hablar más ‘sureña’, mientras que las formas de hablar del norte se están extendiendo por el país.
Un estudiante de doctorado de Cambridge que trabajó en el análisis cree que la «nivelación» de los acentos ingleses puede deberse a una mayor movilidad social.
3. La contaminación ambiental puede influir en tu acento
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la exposición a la contaminación del aire, tanto a corto como a largo plazo, puede afectar nuestra salud de varias maneras.
El médico y especialista en voz humana Robert Sataloff cree que los factores ambientales, como los contaminantes del aire, podrían contribuir a la ronquera, los cambios en la calidad y el control de la voz e incluso la fatiga de la voz.
Un componente clave de los contaminantes del aire es la quema de combustibles fósiles, acelerada por la industrialización en los siglos XVIII y XIX.
Según el Museo de Londres, los nacidos en la capital de Inglaterra durante los años 1800 y 1900 se distinguían por su particular jerga, su apariencia enfermiza y su baja estatura.
Sin embargo, la voz también jugó un papel muy importante, y el acento de los londinenses se vio afectado por su necesidad de respirar por la boca debido a que tenían las fosas nasales congestionadas.
4. La identidad social puede alterar tu acento
Los seres humanos somos seres inherentemente sociales. Los acentos nos permiten sentirnos parte de un grupo y pueden aumentar nuestro sentido de identidad y pertenencia.
Pero además de ser criaturas sociales, los humanos también son grandes imitadores.
Si bien la voz cambia a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la adolescencia y la vejez, esa podría no ser la única vez que nuestros acentos se alteran.
Un estudio de 2010 de la Universidad de California descubrió que imitamos el habla de aquellos con los que hablamos para aumentar nuestra comprensión mutua.
Este concepto se conoce como el efecto camaleón: la copia inconsciente del comportamiento de los demás para crear empatía.