Grupos criminales en todo el mundo se han aprovechado del miedo y la desinformación en medio de la pandemia para crear nuevas formas de obtener dinero y datos.
Mientras las economías del mundo sufren y millones de negocios han tenido que cerrar sus puertas debido a la crisis sanitaria mundial generada por el covid-19, hay quienes han aprovechado la pandemia para sacar un beneficio económico.
Se trata de grupos de delincuentes en varios rincones del globo que han encontrado nuevas formas ilegales de hacer dinero.
Algunos de estos criminales engañan a sus víctimas aprovechando la confusión, desinformación y desesperación de muchos en medio de la pandemia.
Otros, ofrecen falsificaciones que permiten violar algunas de las restricciones impuestas por las autoridades en muchos países.
Aquí te contamos tres de los principales fraudes y estafas que han surgido en los últimos tiempos en torno al coronavirus.
1. Resultados de tests falsos
Muchos países exigen a toda persona que quiera viajar allí que se realice una prueba de laboratorio para comprobar que no está infectado con el virus que causa el covid-19.
La exigencia de mostrar un certificado con resultado negativo ha propiciado un lucrativo negocio que consiste en vender resultados falsificados.
Las dificultades o retrasos para acceder a las pruebas, su alto costo en algunos lados y la urgencia o pereza de algunas personas que quieren viajar, han llevado a que el negocio de los tests falsos florezca.
Agencias de seguridad han desbaratado redes de falsificadores de certificados en el aeropuerto Charles de Gaulle, en la capital de Francia, y en el aeropuerto de Luton, en Reino Unido.
También la Policía Nacional de España arrestó al menos a una persona que ofrecía resultados de tests falsos.
En Países Bajos se identificaron varias cuentas en redes sociales como Whatsapp y Snapchat con nombres como Vliegtuig Arts (el médico del avión) o Digitale Dokter (el médico digital) que ofrecían certificados falsos.
El diario El País de España denunció recientemente que este negocio también prolifera en algunas zonas turísticas de México, donde tests apócrifos son vendidos por menos de US$40.
Y en Chile, las autoridades sanitarias clausuraron en enero un centro médico ubicado en la acomodada comuna de Las Condes, en Santiago, que falsificaba resultados de exámenes supuestamente realizados a cambio de US$85.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) reconoció que se trata de «un problema cada vez mayor en todo el mundo».
El organismo señaló que parte del problema es que los certificados en papel se pueden manipular fácilmente porque vienen en diferentes formatos e idiomas, lo que «conduce a ineficiencias en los controles de salud, errores y fraude».
Por su parte, la Oficina Europea de Policía, Europol, indicó que «la proliferación de medios tecnológicos de gran precisión, ya sea impresoras o distintos programas de software, facilita la circulación de documentos fraudulentos».
Europol, que esta semana alertó a la Unión Europea sobre una banda de falsificadores de certificados llamada Rathkeale Rovers Mobile Organised Crime Group, presuntamente de origen irlandés, admitió que el problema es difícil de combatir.
«Mientras haya limitaciones para viajar debido a la covid-19, es probable que se mantenga la producción y venta de certificados falsos», señalaron portavoces de la institución.
2. El engaño de las vacunas
Desde que comenzó la pandemia, ha habido timadores que buscaron lucrar con el miedo que genera la enfermedad, ofreciendo remedios y curas falsas.
Tés, aceites esenciales y terapias intravenosas con vitamina C son solo algunos de los supuestos tratamientos antivirales que se siguen vendiendo en clínicas, sitios online, redes sociales y programas de televisión.
Pero el desarrollo de vacunas contra el coronavirus, que ya empezaron a distribuirse y aplicarse en varias partes del mundo, ha generado una nueva forma de estafa.
Consiste en exigir dinero a cambio de estar en una presunta lista para recibir la preciada inmunización, cuyas dosis son limitadas.
También hay quienes afirman falsamente vender alguna de las vacunas desarrolladas.
La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC, por sus siglas en inglés) advirtió que este fraude se está extendiendo en ese país debido a las complejidades del sistema de distribución de las vacunas, que varía según el estado o territorio.
«Los estafadores, siempre listos para actuar, se están aprovechando de la confusión», señaló Colleen Tressler, especialista en Educación del Consumidor de la FTC.
Para evitar el fraude, la agencia recuerda que no se puede pagar para inscribirse para recibir la vacuna.
«Todo aquel que te pida que pagues para colocar tu nombre en una lista, para hacer una cita para ti o reservarte un puesto en la fila es un estafador», advierte.
También recomienda ignorar los anuncios de venta de vacunas contra el coronavirus.
«No la puedes comprar en ningún lugar. La vacuna está disponible únicamente en lugares aprobados a nivel federal y estatal», indica.
3. El «corona-phishing«
La creación de negocios falsos, que ofrecen productos inexistentes a través de sitios online, redes sociales, correos electrónicos y llamadas, con la intención de obtener los datos bancarios de quienes caen en la trampa, explotó desde que comenzó la pandemia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también debió emitir una advertencia en marzo pasado para alertar que cibercriminales se hacían pasar por representantes del organismo para obtener donaciones falsas y robar datos de identidad.
Pero mientras que al principio esta forma de delito, conocido como «phishing», se enfocó en campañas de caridad falsas o la supuesta venta de productos muy en demanda, como mascarillas, alcohol en gel o desinfectantes, con el tiempo las estafas se hicieron más sofisticadas.
En Argentina, algunos bancos debieron cerrar sus perfiles en redes sociales luego de que delincuentes utilizaran información recabada allí para vaciar las cuentas de algunos clientes.
Los criminales se ponían en contacto con personas que habían utilizado las redes para denunciar algún problema con su cuenta, ante la imposibilidad de asistir a los bancos, que por muchos meses permanecieron cerrados al público durante la cuarentena.
Haciéndose pasar por representantes del banco, los delincuentes lograban obtener los datos de la cuenta de la víctima. Antes de vaciarla a través de la banca online, pedían un préstamo pre-acordado.
Así, las víctimas no solo perdían todo el dinero en sus cuentas. También quedaban endeudados, en algunos casos por cifras muy por encima de sus ingresos.
Otra forma de estafa común en países donde se otorgan ayudas estatales es la de los llamados de personas que afirman ser gestores del gobierno. En realidad, se trata de timadores que buscar obtener información para robar esos pagos.
En enero pasado, la FTC de EE.UU. informó que había recibido más de 225.000 quejas de consumidores relacionados con este tipo de fraude. En total, se estima que más de US$309 millones de asistencia económica terminaron en manos de delincuentes.
El organismo también ha advertido sobre otra forma de estafa: la de los rastreadores de contactos falsos.
Son personas que llaman a sus víctimas y les dicen que estuvieron con alguien que dio positivo de covid.
Les recomiendan hacerse una prueba cuanto antes y les ofrecen un test casero gratuito, pero les dicen que, para recibirlo, deben darles su número de tarjeta de crédito para cubrir los gastos de envío.
Según las autoridades, estos estafadores suelen enfocarse en minorías y personas de la tercera edad.
Los expertos en seguridad afirman que la clave para evitar caer en estas trampas es recordar que ningún banco, agencia estatal o instituto de salud contacta a personas para pedirles información confidencial.
«Es posible que (los delincuentes) lo contacten por teléfono, correo electrónico, mensajes de texto, correo postal o redes sociales», advierte la página del gobierno estadounidense dedicado a «Estafas y fraudes comunes».
«Proteja su dinero y su identidad al no compartir información personal como el número de su cuenta de banco, número de Seguro Social o fecha de nacimiento», aconseja.