Estamos en las postrimerías del 2022, un año que se esperaba de recuperación y que contrario a eso, se convirtió en uno de profundización de la crisis global.
Después de un 2020 de pandemia, encierro, cese casi total de la producción e intercambios económicos globales y un 2021 de transición, se esperaba un 2022 de relanzamiento de la economía, normalización de la producción y el comercio internacional.
Es más, desde mi óptica, luego de aprender la lección del Covid-19, de advertir la fragilidad humana, sugerí la posibilidad de un “nuevo renacimiento” para la humanidad, donde la tolerancia, pluralidad, respeto por la autodeterminación de los pueblos, diera paso a un ‘Orden Mundial’, de alianza en vez de choque de civilizaciones, de colaboración en vez de lucha de clases, multipolar en vez de hegemónico, un orden donde las instituciones de diplomacia multilateral como la Organización de Naciones Unidas (ONU) funcionen y se fortalezcan, en fin, un orden mundial que surja de un ‘pacto global’, para la construcción de una ‘comunidad de destino Compartido para la humanidad’.
No obstante, sucedió todo lo contrario. Por un conflicto que había comenzado en 2014, se inició el 2022 tratando de llegar a acuerdos de paz, los cuales fueron infructuosos, trayendo como consecuencia el inicio de la ‘Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania’ el 24 de febrero.
Termina el año con miles de muertos, millones entre desplazados y refugiados, con varios intentos de buscar una solución pacífica al conflicto, pero con un EE. UU. y Europa dilapidando miles de millones de dólares de sus contribuyentes azuzando el enfrentamiento armado, un Volodímir Zelenski que se cree un supermán (sin darse cuenta que EE. UU. lo apoyará sólo hasta que sirva a sus propósitos) y una Rusia dispuesta a negociar, pero mientras, defendiendo su posición con ataques masivos.
Como nunca, los tradicionales foros, G20, G7, Grupo BRICS, APEC, OCS, debates ante la Asamblea General de la ONU, fueron determinantes este año para enviar mensajes, algunos claros y otros entre líneas, que debemos observar para entender el futuro a partir de este año 2023 que se casi se inicia.
En China, el XX Congreso del PCCh significó el afianzamiento del liderazgo de Xi Jinping y la influencia del gigante asiático en el planeta.
En nuestra América Latina, en este 2022 se afianza una tendencia que venía desde 2021, de gobiernos progresistas al poder.
Aunque siempre he creído en que la solución a los problemas de los pueblos está más allá de la izquierda y de la derecha, como señala Anthony Giddens, no es menos cierto que existen grandes esperanzas con estos gobiernos progresistas, de manera especial los de Gustavo Petro en Colombia y Lula Da Silva en Brasil.
Lamentable la destitución de Pedro Castillo en Perú, pero la Copa del Mundo en fútbol para Argentina y Leonel Messi traen alegría a la región.
Despido este año 2022 con la esperanza de que en 2023 los líderes globales invocarán a Homonea y trillarán el camino de la concordia. Adelante a paso de ciudadanos de un único mundo.