Desde que arrancamos el 2012, se viene pregonando que cada año iba a ser el año de los pactos, conforme se estableció en la Ley 1-12 del 12 de enero del 2012.
De los tres acuerdos que se plantearon como necesarios, el eléctrico, el fiscal y el de la educación, solo se ha logrado el último, revestido del famoso 4%.
Los otros dos, por las implicaciones del precio político que se requiere pagar en su proceso de negociación y posterior promulgación, han venido posponiéndose, prefiriendo los gobiernos la popularidad momentánea sobre el futuro de la nación.
El Pacto Eléctrico, considerado como una precondición al Fiscal, por el enorme peso deficitario que representan en las finanzas públicas, viene dando tumbos desde aquellos tenis que supuestamente colgaban del tendido eléctrico causando los famosos apagones de Julio Sauri, cuando Balaguer.
Pero la realidad es que se ha permitido la creación de una enorme base de evasores, tanto por fraude, como por falta de cobro/pago que, junto a un despilfarro sin igual, convirtieron a las distribuidoras eléctricas en el hoyo negro de las finanzas públicas.
El Pacto Fiscal, aquel que deberá asegurarnos estabilidad en las finanzas públicas, implica el rediseño del gasto público para su mayor priorización y eficiencia; persecución de evasores, que según algunas cifras son más que los cumplidores; y balancear los ingresos públicos entre las diferentes tasas e impuestos y los enormes sacrificios fiscales que surgieron como políticas de incentivos y en otros casos para el abaratamiento de bienes y servicios.
El actual, y ya no tan nuevo gobierno, anunció la celebración de ambos pactos como una de las prioridades del nuevo año.
Una decisión que tiene sus fundamentos en la necesaria e inaplazable necesidad de llevar la economía a un plan de estabilidad, deteniendo la carrera actual de endeudamiento público e imprimiendo una mayor eficiencia a la gestión pública.
Ojalá se esté dispuesto a gastar el capital político necesario para que surjan dos pactos transparentes, realistas, equilibrados y cumplibles, y no los mamotretos acostumbrados, donde se confunden intereses y el dinero. Apoyamos y le deseamos todo el éxito al gobierno en estas tareas.