Pese a los pronósticos negativos emanados de diversos sectores de la sociedad dominicana y de futuristas internacionales, 2016 podría convertirse en el año de la esperanza para los dominicanos y dominicanas que sueñan con una nación libre e independiente y con un país de acciones propias y de identidad definida.
Aunque parezca una utopía, con un poco de voluntad podemos alcanzar lo que queremos, porque hasta el momento, lo tenemos todo, menos el valor y el arrojo que necesitan los pueblos para construir su propio destino económico, social y político.
Este es un país que cuenta con riquezas naturales como oro, ferroníquel, sal, yeso, caña, café, cacao, ámbar, larimar, bauxita, carbón de piedra, mármol, travertino, las más hermosas playas de la región, orografía e hidrografía envidiables y, con ello, una grandiosa capacidad agropecuaria.
Los dominicanos contamos con una estructura turista inmensa y una demanda ascendente en ese renglón, que realmente provoca envía en gran parte de sus competidores.
Nuestra debilidad consiste en la falta de tino para manejar esas riquezas y la voluntad política para que los dominicanos podamos vivir como Dios manda con los recursos que nos ha legado y no que siempre terminen en unos cuantos bolsillos de los malos políticos.
Si 2016 llama seriamente a quienes ahora aspiran a seguir o a encaramarse en el poder con plataformas de trabajo conforme a los requerimientos de la nación, como oferta electoral creíble, pero sobre todo, con el sincero y sano compromiso de trabajar para el país, no para ellos mismos, tendríamos la esperanza del alcanzar este sueño.
Para el autor de esta opinión, la esperanza está ahí, sentada en el carro de la confianza en la espera de ser conducida por el camino de la verdad, para convertirse en realización y hacer materializable este sueño de muchos que no la han dejado marcharse definitivamente.
Esperamos de todo corazón que 2016 no sea otro año de frustraciones y que, por el contrario, se convierta en el ciclo hermoso que anhelamos y todo cuanto tenemos en esta tierra bendita, encuentre el respaldo divino, la sinceridad de los político, la conciencia de los ciudadanos y la riqueza llegue a la salud, la educación, la agricultura, la convivencia humana y a la familia. Soñar no cuesta.