Los cuidados en el caso de tener prescritos anticoagulantes son imprescindibles.
Normalmente, la sangre fluye a través del sistema circulatorio sin obstáculos. Solamente se coagula cuando nos hacemos una herida o una lesión que se debe taponar.
En este proceso, las plaquetas presentes en la sangre se agrupan junto a unas proteínas formando el coágulo, lo que viene a ser una costra de sangre seca (postilla). Estos coágulos sanguíneos son normales, permanecen en el sitio mientras la herida se cura, y luego se desprenden o se disuelven cuando ya han cumplido esta función.
Sin embargo, según advierte el doctor Jefferson Salas, especialista en Cardiología del Hospital Universitario La Luz (Madrid), en algunas personas la sangre puede coagularse a nivel interno, dentro del corazón, o de los vasos sanguíneos.
“Estos coágulos-explica- se denominan ‘trombos’, y pueden bloquear venas o arterias, obstruyendo el riego sanguíneo a la zona. Cuando esto ocurre, se pueden producir complicaciones graves, como un ictus isquémico, un infarto pulmonar, o un infarto de miocardio”.
Para evitar estos problemas, y según datos de la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN), actualmente cerca de un millón de españoles recibe un tratamiento con anticoagulantes.
Anticoagulantes, fármacos para seguir al pie de la letra
Se trata de unos fármacos que suelen generar numerosas dudas entre los pacientes cuya toma debe ser siempre pautada por un especialista y seguida al pie de la letra por el paciente para evitar la formación de posibles trombos.
“Los anticoagulantes son fármacos que modifican la coagulación de la sangre para que no se cree un trombo dentro de los vasos sanguíneos, haciendo más difícil que se produzca una trombosis o una embolia. Su principal efecto consiste en retardar el tiempo de coagulación de la sangre”, remarca el doctor Salas.
Se trata de pacientes que, por diversas circunstancias, toman medicamentos para limitar la capacidad de su sangre de coagularse y, así, reducir el riesgo de formación de trombos (coágulos que obstruyen el flujo sanguíneo a través de una vena o arteria) o de embolias (trombos que se desprenden y viajan hasta taponar una arteria o vena en el cerebro o pulmón).
“Debido al envejecimiento de la población, se estima que los trastornos de coagulación van a seguir aumentando”, incide este cardiólogo. Es más, apunta que cuando el especialista nos prescribe la utilización de este tipo de medicamento suelen surgir distintas dudas en consulta.
La indicación habitual es que se tomen de forma crónica. En algunas patologías, y según la evolución, el médico podría valorar suspender la medicación, pero “es una decisión que requiere en forma obligatoria valoración médica; en ningún caso, es una decisión propia del paciente, ya que puede implicar un alto riesgo”, subraya el doctor Salas.
Cuidados a seguir si tomamos anticoagulantes
El cardiólogo del Hospital Universitario La Luz señala que hay una serie de recomendaciones o cuidados generales a seguir si se está tomando anticoagulantes:
- En caso de olvido de una dosis, la próxima ha de tomarse cuanto antes; si se da cuenta al día siguiente, tome su dosis habitual y no la duplique.
- Hay que tener cuidado con la toma de otros medicamentos que pueden aumentar la acción de los anticoagulantes, como los antiinflamatorios, el ácido acetilsalicílico y sus derivados.
- Tomar siempre a la misma hora para evitar olvidos.
- En caso de tomar inhibidores de vitamina K será necesario realizar una prueba de sangre llamada ‘INR’; según el resultado de la misma, su médico indicará cambios en la dosis; no olvidar que con los anticoagulantes de acción directa el INR no es necesario.
- Necesario hacerse una analítica al menos una vez por año, para vigilar la función renal y valorar si hay que cambiar la dosis.
- En caso de aparición de sangrados leves, hematomas, deposiciones oscuras, hay que consultar a su médico lo antes posible; si el sangrado es abundante, se debe acudir a urgencias.
- En caso de aparición en forma brusca de trastornos de la marcha, el habla, cefalea intensa, trastornos de visión, también acudirá a urgencias. Si se sospecha de embarazo, solicitará valoración médica.
- Ceñirse a la dosis indicada por el médico, sin cambiar por cuenta propia, ya que se corre el riesgo de sangrados, o de aparición de trombo.
- Evitar bebidas alcohólicas.
- Evitar inyecciones profundas, como las intramusculares.
- Consultar siempre a su médico con una semana de antelación ante cualquier cirugía, extracción dental, o cualquier prueba invasiva (como colonoscopia, endoscopia, biopsia).
Diferentes tipos de anticoagulantes
En general, actualmente los cardiólogos tienden a indicar anticoagulantes orales de acción directa para tratamientos crónicos, ya que tienen diferentes ventajas, en comparación con los inhibidores de la vitamina K.
“Estos últimos, en cambio, son de obligada indicación en pacientes con prótesis valvulares mecánicas, donde no son eficaces los de acción directa”, precisa el doctor Jefferson Salas, especialista en Cardiología del Hospital Universitario La Luz.
En concreto, el más conocido es el llamado ‘Sintrom’ o ‘acenocumarol’, y también está disponible el ‘aldocumar’ o ‘Warfarina’: “Se trata de fármacos de uso oral que actúan sobre la vitamina K, necesaria para que funcione parte del mecanismo de la coagulación, y se utilizan a largo plazo para evitar complicaciones tromboembólicas”.
Como ha mencionado este cardiólogo, otro grupo de fármacos para uso oral son los llamados ‘anticoagulantes de acción directa’, los conocidos como ‘nuevos anticoagulantes’, “aunque ya no son tan nuevos”, recuerda el especialista, y donde se incluirían, entre otros, la ‘dabigatran’, ‘rivaroxaban’, ‘apixaban’, y ‘edoxaban’, que actúan bloqueando el sistema de anticoagulación en un punto específico, que no tiene relación con la vitamina K.
“Se utilizan con dosis fijas, sin necesidad de realizar controles de hemostasia, dado que la concentración del fármaco en sangre es más previsible y estable”, remarca el especialista.
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