La joven Eileen Carey no siempre tuvo el aspecto que muestra ahora.
Con treinta y pocos años de edad, Carey es directora ejecutiva de una compañía de Silicon Valley, la meca de las empresas tecnológicas en California, Estados Unidos, y cuenta que tuvo que cambiar su aspecto para abrirse paso en el mundo de la alta dirección en este sector.
El secreto fue teñir su pelo rubio con un tinte castaño, deshacerse de los tacones y cambiar sus lentes de contacto por unas gafas al viejo estilo.
¿Funcionó la transformación?
Consejo de una empresaria
«La primera vez que me teñí el pelo fue por el consejo que me dio una mujer que trabaja en una compañía de capital de riesgo», explica Carey.
Esta mujer le contó que los inversores con los que Carey estaba entrando en contacto se sentirían más cómodos con una mujer con el pelo más oscuro que su rubio natural.
«Me dijo que a mi captación de fondos le iría mejor si me teñía el pelo, porque las mujeres castañas obtienen más fácilmente el reconocimiento como CEO (máximo cargo ejecutivo en cualquier compañía)», rememora Carey.
El consejo que recibió Carey responde a la teoría del patrón de reconocimiento que sugiere que la gente tiende a buscar referentes que les resulten familiares y les hagan sentirse más seguros a la hora de asumir riesgos.
Cuando era rubia, Carey dice que la comparaban con Elizabeth Holmes, fundadora y directora ejecutiva de Theranos, una compañía que en los últimos dos años se ha visto envuelta en una fuerte controversia. Esto le perjudicaba.
«Aparecer con el pelo castaño me ayuda a parecer un poco mayor y sentía que lo necesitaba para que me tomaran en serio», señala.
¿Qué es el festival 100 Mujeres?
Cada año la BBC selecciona a 100 mujeres influyentes y ejemplares de todas partes del mundo y les plantea un desafío.
En 2017 las retamos a proponer soluciones para cuatro de los mayores problemas que las mujeres enfrentan hoy en día: los techos de cristal en el mundo empresarial, el analfabetismo femenino, el acoso en lugares públicos y el sexismo en el deporte.
No llamar la atención
Por aquel entonces, Carey se hallaba inmersa en el lanzamiento de Glassbreakers, una compañía de nuevo cuño dedicada a suministrar a otras empresas un software que potencia la diversidad en las contrataciones de personal.
Entrevistando candidatas para trabajar en Glassbreakers, se encontró con otras mujeres que habían oscurecido su cabello.
«Comentábamos que a las rubias se nos veía como fetiches», recuerda.
«Es mucho más probable que la gente se me acerque en un bar siendo rubia, pero para tener éxito en la industria de la tecnología es mejor evitar llamar la atención, especialmente en un sentido sexual», agrega.
Los obstáculos para las mujeres en el trabajo
- 60% de las trabajadoras fue objeto de insinuaciones sexuales no deseadas.
- 30% de las denuncias por discriminación en el trabajo lo fueron por acoso sexual.
- 75% de las mujeres que se estima que sufren acoso sexual en el trabajo y no lo denuncian.
Siguiendo está máxima, la empresaria cambió no solo el color de su pelo. También se puso gafas y comenzó a vestir prendas poco ceñidas, casi «andróginas», en el trabajo.
Dice que en un entorno laboral dominado por hombres, cualquier otro aspecto la expondría a sufrir más intentos de flirteo.
«Quiero que me vean como una líder en el mundo de los negocios, no como un objeto sexual. Ese es un límite que se cruza muy a menudo en este ambiente», refiere.
Su deseo obedece a la constatación de que «el acoso sexual contra las mujeres en el trabajo y otros entornos es demasiado frecuente».
El diagnóstico para ella está claro. «Hay un problema en nuestra industria con el acoso sexual, y punto», zanja.
En una fiesta reciente para ejecutivos de compañías informáticas, las camareras eran modelos que iban vestidas como hadas.
Carey era una de las pocas mujeres ejecutivas en aquella fiesta, una de las pocas que juzgó el hecho como inapropiado y poco profesional.