Trípoli.- Guardacostas libios interceptaron durante las últimas 24 horas varias embarcaciones precarias con cerca de 1.000 migrantes, incluidos 91 menores, que intentaban cruzar el Mediterráneo, informó hoy a Efe Ayub Qacem, portavoz de las Fuarzas Navales.
El domingo por la mañana los equipos de guardacostas interceptaron un bote de goma a la deriva con 97 personas frente a las costas de la ciudad de Zliten, a 175 kilómetros de Trípoli.
Durante dos operaciones nocturnas fueron rescatados un grupo de 490 migrantes y otro de 361 frente a la costa de Al Khoms, a 120 kilómetros de la capital.
Hace apenas unos días, la Marina libia advirtió del aumento “alarmante” del uso de botes neumáticos de gran tamaño que pueden llevar hasta 200 personas y que representan un serio peligro para su seguridad.
Las playas que se extienden entre Trípoli y la frontera con Túnez se han convertido los últimos dos años en el principal bastión de las mafias que trafican con seres humanos, pese a la presencia de patrulleras europeas.
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 171.635 inmigrantes irregulares lograron cruzar a Europa en 2017, mientras que 3.116 desaparecieron en el mar.
El ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, defendió hoy que la ONU y la Unión Europea (UE) gestionen y financien centros de “protección e identificación” de migrantes en “las fronteras externas” de Libia para frenar el flujo migratorio.
Salvini viajó hoy a Trípoli para reunirse con su homólogo libio, Abdulsalam Ashour, y el viceprimer ministro del Gobierno sostenido por la ONU en Trípoli, Ahmed Maitig, y conversar sobre cómo frenar juntos las llegadas de migrantes a Europa a través del Mediterráneo.
Permaneció en Libia solo unas horas y después regresó a Roma para celebrar una rueda de prensa y resumir las conversaciones.
El líder de la ultraderechista Liga y vicepresidente del Gobierno reconoció que las autoridades de Libia no están por la labor de crear estos centros en la capital por lo que sugiere levantarlos en “las fronteras externas”, explicó en su comparecencia en Roma.
“Italia pide protección de las fronteras externas de la UE y lógicamente ellos también piden protección de sus fronteras externas”, comentó.
Por eso, la solución sería establecer estos centros en países como Níger, Chad o Mali, a quienes “hay que involucrar” en las negociaciones con los países europeos para lograr pactos similares a los alcanzados con Turquía, que cerró de inmediato la ruta de los Balcanes.
Dijo que durante su visita a Libia ha solicitado ver un centro de acogida y protección que “dentro de un mes estará preparado para recibir a 1.000 personas, en colaboración con la Agencia de la ONU para los Refugiados”, para “desmontar toda la retórica que dice que en Libia se tortura y se lesionan los derechos civiles».
Para Salvini, estas instalaciones respetarán los derechos de los que aguardan las peticiones de asilo, servirán para llevar un control de las personas que quieren viajar a Europa y acelerarán las “devoluciones a los países de origen si no tienen ese derecho».
Advirtió de que estos espacios deberían estar dirigidos y financiados por Naciones Unidas y la UE, porque “no se entiende por qué Italia y Libia tienen que hacerse cargo económicamente de este fenómeno».
Explicó que Italia está dispuesta a “aumentar las cuotas de ingresos de los refugiados que huyen de la guerra”, que en su opinión son “un porcentaje irrisorio” en comparación con los migrantes económicos que llegan a Italia por el Mediterráneo, procedentes en su mayoría desde Libia.
“En este momento la prioridad del Gobierno italiano es proteger las fronteras externas” y en eso centrará sus esfuerzos más inmediatos, pues “una vez que la UE de señales de proteger las fronteras externas, se podrá hablar de distribución interna” de refugiados presentes en Italia, puntualizó.
Desde que su formación ultraderechista y el antisistema Movimiento Cinco Estrellas llegaran al Gobierno ha pasado menos de un mes, y en este tiempo Salvini ha aplicado políticas muy restrictivas contra la inmigración con el objetivo, ha insistido, de combatir el negocio de las mafias que trafican con personas.
Su manera de proceder, prohibiendo por ejemplo la llegada a puerto del barco Aquarius con 630 salvados, ha provocado tensiones con el resto de socios europeos, especialmente con Francia, que ha criticado a Italia por falta de solidaridad.
Sin embargo, en opinión de Salvini lo que está consiguiendo es que Italia sea de nuevo “protagonista” y haya “reconquistado dignidad y orgullo en la UE».
Salvini también elogió la labor que están realizando los guardacostas libios en las aguas del país -que es rechazada por las ONG por la dureza con la que proceden en los salvamentos- y aseguró que “en una semana han rescatado a 2.500 personas».
Se refirió también a la situación que viven más de 300 inmigrantes que aguardan en los buques Lifeline y Alexander Maersk en el Mediterráneo desde hace días para poder desembarcar en un puerto, tras las negativas de Italia y Malta.
Salvini no quiso dar detalles sobre si separa ambas situaciones, es decir, sobre si el Ejecutivo italiano permitirá al buque mercante, con 113 migrantes a bordo, desembarcar en Italia y se limitó a reconocer que “se está trabajando para tomar una decisión».
Distinta es la situación del barco de la ONG Lifeline, que “será acogida en otro puerto que no sea italiano”, reiteró.
La embarcación de esta ONG alemana se encuentra en aguas internacionales, muy cerca de Malta, mientras que el mercante Alexander Maersk está en aguas territoriales italianas, próxima a Pozzallo, en Sicilia.
Salvini volvió a dejar claro que rechazará a cualquier ONG que lleve inmigrantes a bordo porque, dijo, “bloquear el negocio de la inmigración clandestina significa bloquear una actuación perjudicial y peligrosa de quienes proceden sin respetar las reglas del derecho internacional».