Yeni Berenice Reynoso: “Me moriría de tristeza si no puedo subir a litigar”

Yeni Berenice Reynoso: “Me moriría de tristeza si no puedo subir a litigar”

Yeni Berenice Reynoso: “Me moriría de tristeza si no puedo subir a litigar”

La foto no es reciente. Pero es unos de esos momentos en que deja ver su pasión por lo que hace.

Santo Domingo.-Yeni Berenice Reynoso no tenía en sus planes estudiar Derecho, sino ingeniería civil, pues era muy buena en matemática.

En el trayecto hacia la universidad observó cómo un agente de la Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet) abusaba de un ciudadano que vendía pan en una calle de Santiago de los Caballeros.

Este hecho la hizo cambiar de opinión, así que al llegar a la universidad se inscribió en la carrera de leyes.

La familia tenía tanto peso para ella que no se atrevió a decirle que cambió de idea, hasta que tuvo que pasar la lista de los libros para que se los compraran.

Ella se define a sí misma como una mujer con vocación de servicio desde niña, a tal punto que muy joven entró voluntaria en la Cruz Roja Dominicana.

La fiscal del Distrito Nacional narra que tuvo una infancia muy bonita y que fue muy adorada, en especial por su abuelo materno Ismael Ureña, con quien tuvo un gran vínculo y de quien dicen sus tíos que ella heredó mucha semejanzas.

Sus primeros pasos

Reynoso no tenía en sus planes ser fiscal, pues pensaba irse al extranjero a realizar una Maestría, porque terminó la carrera en Derecho bastante joven.

Pero antes de terminar la universidad, como no trabajaba y disponía de tiempo libre, tomó la decisión un día de ir a dar servicio voluntario, así que se postuló como paralegal voluntaria tanto de la Corte de Apelación como de la Fiscalía de Santiago.

Allí rotó por varios departamentos, lo que le permitió adquirir una gran experiencia.

“Era una paralegal voluntaria, es decir, que no cobraba, pero debía llegar temprano, pues tenía mis asignaciones. Hubo un momento en que tenía más trabajo que el propio personal que estaba designado”, relata la hoy fiscal del Distrito Nacional.

En ese momento, fiscales y jueces querían que ella le asistiera por la destreza que tenía para escribir a máquina y luego computadora, lo que hacía con gran rapidez.

El precio

Por ser una joven mujer le ha costado más alcanzar lo que se ha propuesto que lo que le hubiese costado a un hombre o quizás a una persona de más edad.

“He tenido que someterme a cuestionamientos más que un fiscal varón, que haya pasado por otras instancias, no ha tenido que someterse.

Por lo general a las mujeres nos cuesta más y tenemos exigencias que por lo regular un hombre no tiene”, dice seriamente.

Recuerda que cuando llegó al Distrito Nacional y empezó a tener visibilidad pública, ya tenía cinco años de ser una fiscal litigante en casos muy complejos y de criminalidad organizada.

“Conmigo no se dio a la inversa, de que era una figura pública conocida que entré al Ministerio Público. Yo era una persona totalmente desconocida que investigaba casos complejos que tenían notoriedad pública. No era que yo los buscaba, sino que me lo asignaban”, sostiene la fiscal Reynoso.

En los últimos 12 años le ha tocado estar involucrada en investigaciones muy complejas o que han llamado mucha atención en la sociedad, como son los casos de las siete muertes en Navarrete, lo de la estudiante Vanesa Ramírez Faña en junio de 2006 y de Jordi Veras, por citar algunos.

Lo mismo ocurre en el Distrito Nacional, casos también graves que ha tenido que investigar y asumir el proceso.
En el momento en que la designaron como titular no era común ver al fiscal del Distrito Nacional llevar personalmente el proceso.

“Como yo vengo de litigar, y le decía a alguien que me moriría de tristeza si no puedo subir a una audiencia, yo necesito eso porque son metas personales”, dice la fiscal del Distrito.

Resalta que le encanta preparar los casos. “Litigar es mi vocación y vengo de conocer audiencias a diario”, afirma.

Innovación y calidad

El haber estado en distintos departamentos del área de la Justicia y en distintos procesos de investigación, fue lo que le permitió ir adquiriendo experiencia que luego utilizaría para realizar algunos cambios y mejoras al sistema judicial.

Cuando estuvo al frente de la Dirección Técnica en la Fiscalía de Santiago de los Caballeros, empezó a realizar lo que estaba dentro de sus funciones y que era el tema de la innovación.

Empezando a trabajar lo que era el control y cadena de las evidencias, entrevistas a los testigos, cómo se imputan los cargos, preparar los expedientes, entre otros.

Ante esto, en la Fiscalía del Distrito Nacional y de Santiago se utiliza ese mismo sistema de cadena de custodia, esto permite que no se extravíe una evidencia o se contamine, porque todo aquel que la toca queda registrada, debido a que existe una serie de reglas de quién puede tocarlas, de cómo se maneja, “en esa parte me permitió tomar una decisión”.

Destaca que estos avances son posibles por colaboradores de la Embajada americana.

Su primer cadáver

Pensativa narra cómo en el 2004 a la magistrada Reynoso le tocó realizar su primer levantamiento de un cadáver y fue el caso de los siete muertos en Navarrete, en Santiago de los Caballeros.

El crimen fue cometido en una vivienda en construcción ubicada en el barrio Hermanas Mirabal, del citado municipio. Las investigaciones para ese entonces apuntaban que fue ejecutado por el narcotráfico.

Para las investigaciones de ese caso se conformó una comisión que debía bajar desde Santo Domingo a la zona de los hechos. Detalla como en el transcurso de las investigaciones ella tuvo algunas diferencias con un general de la Policía Nacional que también formaba parte de la comitiva.

Todos abordaron un solo vehículo para visitar la zona donde ocurrió aquella matanza y así recolectar información, pero como ella y el comandante a cargo no lograron ponerse de acuerdo en algunos términos de la investigación, “me fui a parte a recolectar algunos datos y cuando termino me doy cuenta que me dejaron en Navarrete, sin cartera, ni el teléfono celular”.

Explica que fue gracias a la ayuda de un buen ciudadano que regresó a Santiago.