¿Y la ética?

¿Y la ética?

¿Y la ética?

En una conversación, un amigo conocido narró cómo había sido cuestionado por algunos paisanos por no ser millonario y vivir frugalmente, pese a haber estado vinculado al poder político por más de quince años.

Filósofo al fin, como el Sócrates de la mayéutica, él les respondió: “¿y la ética y mi ética”?.

Ante la perplejidad y la mudez que generaron esas dos preguntas afirmó: “yo estoy cerca del poder para hacer el bien, no para enriquecerme”.

Esa es la respuesta de un hombre honesto. El que tiene la ética como paradigma de su vida no va a lo público a negociar sus intereses. Al que es honrado su ética no le permite apropiarse de lo ajeno ni tiene un precio.

La ética no sólo se exige en lo público. Es parte de toda la vida humana. Por eso hay que convertirla en un producto de consumo masivo.

San Juan Bosco se propuso como misión formar honrados ciudadanos en una sociedad afectada por la violencia y la delincuencia juvenil. Esa debe ser también la misión de cada familia y de la educación.

Por más profesional o técnico que sea un individuo, si no es honesto lo que generará será dolor y desgracia para otros y para sí mismo.
Adela Cortina afirma que, entre otras cosas, la ética sirve para reducir el sufrimiento humano y construir una democracia más auténtica que sea gobierno del pueblo.

La democracia de nuestra región está sangrando justamente por corrupción que genera la falta de ética. Ese mal tiene que extinguirse porque no es sostenible para nadie.

Y a propósito de la celebración reciente de la Semana de la Ética, tenemos que recordar la ética no solo es ley o discurso.

La ética es el bien, la virtud, la honestidad y la honradez en lo cotidiano. Hay que sembrarla de raíz en los niños y jóvenes como lo hizo Don Bosco.

En esas generaciones encontremos una esperanza para la democracia, creando en ellas capacidades para poder formarse una concepción del bien que les permita planificar una vida moral e irradiarla a la sociedad.



Etiquetas