Cuando hace unos días me tocó mi período de vacaciones me prometí a mí mismo que, pasara lo que pasara, las iba a tomar completitas, pues mi merecido descanso anual no me lo iba a quitar nadie.
Pero ¡no!, ni siquiera el tragicómico episodio del PLD con sus para atrás y para adelante, sus contradicciones y sus alaridos proclamando que “primero muertos”, antes que cambiar de rumbo… ni siquiera tan importante evento me hizo arruinar mis planes vacacionales.
Mas Dios dispone y el hombre descompone, y heme aquí escribiendo frente a mi teclado como cualquier vulgar redactor de periódico, para condenar a un troglodita salido de las cavernas en un suceso ocurrido en las calles de Santiago, donde un sujeto de apellido Fadul irrespetó a un agente policial que cumplía su deber, burlándose aquel de la cacareada institucionalidad anhelada por todos.
Además de cobrar un sueldo en dólares del Estado por no hacer nada en un consulado nacional, el individuo en cuestión golpeó al policía y vociferó un recital de palabras indecentes… para luego pedir perdón irresponsablemente.
Lo peor del caso es que todas las autoridades le respetaron, como si se tratara de un asunto personal o familiar, cuando era más bien de orden público.
Mis vacaciones se arruinaron por el mal rato que pasé, pero no podía quedarme callado sin condenar a ese león que alardeaba por creer que tiene un nombre privilegiado, ni a las autoridades que se hicieron cómplices de la fiera, por temor, por amistad o favoritismo.