De niño recuerdo haber jugado con otros amigos en torno a una raya pintada en el piso y uno que gritaba “a la izquierda todos los que tienen una mamá bonita” y todos con entusiasmo brincábamos para la izquierda sobre la raya blanca.
Pasa igual con las marchas verdes. ¿Quién quiere ponerse del lado de los corruptos? En principio nadie. Ni gobierno, ni oposicion, ni apolíticos, ni creyentes, ni ateos, ni liceistas o aguiluchos.
En tal sentido… ¡todos somos verdes!
El problema es cuando identificamos a tal o cual corrupto. Ahí vienen los reclamos de pruebas, evidencias, etc.
Hay corruptos ocultos, corruptos públicos, corruptos que marchan vestidos de verde y hasta corruptos que defienden su corrupción. Hay corrupción pública y corrupción privada, corrupción en dólares y corrupción en pesos, corrupción hogareña y barrial, corruptos favoritos y corruptos que no queremos aceptar su corrupción.
Al gobierno le conviene pintarse de verde y pensar en verde. Tontos son las “bocinas” gubernamentales que se expresan de manera verdefóbica, casi declarando públicamente su responsabilidad con la corrupción. Danilo de verde esmeralda debería estar reclamando a la Procuraduría y los jueces que sometan a los corruptos de su gobierno, de su partido y de la oposición.
La sociedad le regala una fuerza social creciente para quitarle “las garrapatas al buey lila”. Él es el más beneficiado. Y si se sigue ahondando en el tema algunos de la oposición que hoy marchan de verde seguro marcharán a Najayo. ¡A brincar la raya todos los que están contra la corrupción!