Activistas a favor de la democracia realizan el miércoles 28 de junio una protesta en una estatua de una flor que es uno de los principales monumentos de Hong Kong. La estatua fue un regalo de Beijing, que asumió el control de Hong Kong hace 20 años. Al cumplirse el 20mo aniversario, abunda el descontento con el gobierno chino. (AP Photo/Kin Cheung)
HONG KONG.- Hong Kong planea una gran fiesta con motivo del 20mo aniversario del gobierno chino. Pero mucha gente en esta antigua colonia británica opina que no hay mucho para celebrar.
El presidente chino Xi Jinping visitará Hong Kong el jueves en medio de gran fanfarria y fuegos artificiales.
La televisión estatal china ha estado transmitiendo informes diarios en los que se resaltan los vínculos entre China y Hong Kong en terrenos que van desde el deporte hasta el militar y las artes.
De lo que no se habla es del malestar de los residentes de Hong Kong, sobre todo los más jóvenes, al tener que someterse a los dictámenes del gobierno comunista chino. «La gente no quiere celebrar. Le preocupa el futuro de Hong Kong y su situación actual», manifestó Nathan Law, líder estudiantil de manifestaciones a favor de la democracia del 2014 que el año pasado, a los 23 años, fue elegido legislador.
Law, quien participó el miércoles en una protesta a la visita del presidente chino, dice que existe la sensación de que Beijing está erosionando el concepto de «un país, dos sistemas» que imperó cuando este centro financiero asiático pasó al control chino. Bajo ese principio, Hong Kong maneja sus propios asuntos y goza de libertades civiles que no se ven en China continental, pero ahora, señaló Law, «hay mucha gente que habla de un país, un sistema y medio».
Law y otros residentes tienen una larga lista de preocupaciones sobre el creciente control chino. La encabeza el caso de cinco libreros que fueron detenidos en secreto en la parte continental a partir de fines del 2015 por vender libros con chismes sobre los políticos chinos. Uno de ellos, Gui Minhai, sigue preso.
En otro caso, un magnate nacido en China y con pasaporte canadiense desapareció este año de su suite en un hotel. Circularon versiones de prensa de que había sido secuestrado por agentes de seguridad chinos, que teóricamente no pueden operar en Hong Kong.
Una cantidad de iniciativas del gobierno chino generaron susceptibilidades, incluida la decisión de asignar funcionarios del servicio de inmigración chino en una terminal de trenes de alta velocidad bajo construcción, abrir una sucursal del Museo del Palacio de Beijing sin consultar con el público, implantar planes educativos que muchos piensan buscan lavar el cerebro de los niños y presentar legislación sobre seguridad nacional antisubversiva.
Otra inquietud, comenta la veterana legisladora Claudia Mo, es la llegada de «capital rojo», con el que inversionistas chinos compran propiedad y expanden sus negocios en Hong Kong, haciendo a un lado a los magnates locales. Se atribuye a esa ola de compras el aumento de los precios de la vivienda, que hace de Hong Kong uno de los sitios más desiguales del mundo.
«Se supone que somos los capitalistas. Excepto cuando hay remates públicos de tierras, que siempre ganan los de la parte continental», dijo Mo. La visita de tres días de Xi es parte de una campaña para resaltar las bondades de la fórmula «un país, dos sistemas», uno de cuyos objetivos es tratar de que Taiwán se reintegre a China, que la sigue viendo como una provincia renegada.
Las recientes tensiones preocupan a Beijing, que no quiere hacer frente a campañas independentistas en Taiwán y Hong Kong al mismo tiempo, de acuerdo con Liu Shanying, investigador de la Academia China de Ciencias Sociales. «Hay que asumir el control», dijo Liu. «Hay que reflexionar sobre cómo manejar el tema de Hong Kong». Para muchos en Hong Kong, el problema de fondo es la legitimidad de los líderes avalados por Beijing.
Carrie Lam fue elegida por figuras de la elite local pro-Beijing en lugar de un rival mucho más popular, en una elección que generó denuncias de fraude. «Mucha gente cree que Hong Kong está bajo una estricta supervisión del gobierno chino. Y eso genera muchos conflictos», dijo la estudiante universitaria Emily Chung, de 19 años y que pasó toda su vida bajo un gobierno chino. «Si surgiese un conflicto entre Hong Kong y China, me identificaría como china», señaló.
Una encuesta de la Universidad de Hong Kong, no obstante, indica que solo el 3,1% de los jóvenes de Hong Kong se identifican como chinos. El margen de error de la consulta fue de cuatro puntos porcentuales.
Muchos jóvenes se sintieron desalentados en el 2014, cuando el gobierno se negó a aceptar pedidos de mayor libertad electoral, lo que dio paso al surgimiento de un movimiento independentista. «Pierden el tiempo.
Deberían dedicarse a estudiar», comentó Choi Wah-bing, un jubilado de 67 años que dice no entender por qué los jóvenes quieren más autonomía. David Zewig, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hong Kong, dice que los residentes de Hong Kong no tienen problemas en identificarse como chinos siempre y cuando no restrinjan sus libertades.
«La gente quiere vivir en una sociedad libre. Y quieren que sus hijos vivan en una sociedad libre», afirmó.