¡Pobre Calderón de la Barca!
Aunque es un cuento muy conocido, tengo que repetirlo con pesar y vergüenza ajena, esperanzado en que algún día no pase de ser un chiste.
Un buen día –este es el chiste- el inspector de Educación visitó de sorpresa una escuela y empezó a hacer preguntas a los alumnos para determinar el grado de sus conocimientos.
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“¿Quién escribió el Quijote?” –fue la primera pregunta, la cual ninguno de los veinte estudiantes presentes supo responder correctamente.
Exasperado, el inspector, llevando sus manos a la cabeza, exclamó: “!Oh, pobre Calderón de la Barca, como te han olvidado!”.
Traigo el cuento a colación porque ayer nomás presencié, con motivo del Día de Duarte, cómo una reportera de la televisión preguntaba a los transeúntes: “¿Quién fue Juan Pablo Duarte?”, y la mejor contestación fue: “!Ay!, se me olvidó”.Otras respuestas fueron: “Fue un hombre muy bueno”, “Yo sé, pero ahora no me acuerdo”, y “Eh… bueno… esa no me la sé”.
Por fortuna, el país está empeñado en una intensa campaña educativa, y eso está muy bien. Abrigo la esperanza de que para el siglo 22 talvez ya sepamos que Calderón y Duarte no son refuerzos que vienen para las Aguilas Cibaeñas.
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