Para ambos filósofos, el arte en general y la literatura en particular son “mímesis” o imitación de la naturaleza.
Lo que los distancia es la valoración que, tanto en el plano estético como ético, hacen de la obra artística y de su creador.
Dado que en Platón lo único verdadero y real son las Ideas, que se ubican en el mundo Inteligible, y por tanto, no asequible al humano, lo que en verdad este último llega a conocer son las Imágenes o “sombras” de la realidad. La pretensión de conocimiento por parte del poeta es una afrenta para Platón.
La poesía es un acto delirante mediante el cual las “Musas”, por predisposición divina, se apoderan del poeta. En su diálogo juvenil “Ion” establece que el poeta, que es cosa leve, alada y sagrada, “no está en condiciones de poetizar antes de que esté endiosado, demente y no habite ya más en él la inteligencia”.
La divinidad priva al poeta de la razón. Los poetas, dice, “no son otra cosa que intérpretes de los dioses, poseído cada uno por aquel que lo domine”.
Platón despoja al poeta de la facultad de dominar alguna técnica. Los creadores “están endiosados y posesos”. Jesús Mosterín (Aristóteles.
Historia del pensamiento, Alianza Editorial, 2006) sustenta que en el “Fedro”, un diálogo posterior, Platón no varía su posición escéptica y prejuiciada ante el poeta, aduciendo que quien llame a las puertas de la poesía sin el delirio de las musas, confiando en que le bastará con la técnica para ser un poeta, ése fracasará. Él y su racionalidad se eclipsan ante la poesía de los que deliran.
Los poetas implantan en el alma una “actitud política perversa”, intolerable en una “polis” bien organizada.
En cambio, Aristóteles, discípulo de Platón en la Academia por 20 años, si bien entiende que las artes y la poesía son mímesis, no lo son de la naturaleza, sino, del lenguaje.
Las artes, la poesía, sí son una “técnica” (tékhné) para una determinada producción (poíesis). Son técnicas imitatorias, cuyo producto finales una imitación.
La literatura es técnica imitatoria y lingüística. Quien tenga mayor dominio del “ritmo” en el lenguaje serámejor en las improvisaciones espontáneas. Aristóteles, que coincide con Platón al valorar a Homero, recupera algunos conceptos propios de Gorgias, a quien su maestro se oponía.
Lo que importa en la poesía no es la búsqueda de la verdad, algo propio de la filosofía y de la historia, sino, lograr un efecto emocional en quienes escuchan o leen.
Es la mímesis del lenguaje y no el verso lo que constituye la esencia de la poesía. Disposiciones como representar o mimetizar, melodía y ritmo son naturales a la especie humana.
En Aristóteles el poeta es un trabajador que crea o inventa estructuras. Para Platón el poeta no es un trabajador, porque no transforma nada concretamente.
En Aristóteles, “mímesis” es representación y recreación. El arte, o produce lo que la naturaleza no ha sido capaz; o bien, la imita, a través de recursos técnicos y del lenguaje.
No por casualidad Aristóteles separa tajantemente sus obras “Poética” y “Retórica”, quedando ambas, además, separadas de sus obras de carácter científico natural.
Mediante la valoración y la lectura de la Ilíada y la Odisea, así como la lectura de Hesíodo, Aristóteles se distancia del desprecio platónico por la poesía y el arte como algo inmoral y falso, para darles un sentido de universalidad.
Esta acepción distante del antiguo maestro no solo tiene implicaciones en el ámbito estético y filosófico, sino también, en el ámbito político.
El creador es un “animal político” y simbólico.