Santo Domingo.-Sí por casualidad ve reflejada alguna parte del cuerpo humano en una planta, no se sorprenda, es que sus nombres pueden estar relacionados con el corazón, las orejas, manos y hasta los órganos sexuales de personas y animales.
De ahí que las nomenclaturas de su identidad científica pueden agruparse, por ejemplo, en auritifolium, por el parentesco de sus hojas con las orejas ; labiatus (labios) y codiformes (corazón).
Igualmente, son bautizadas de acuerdo a la localidad a las que pertenecen, región, país, o una persona con mérito a quien se honró por descubrirlas, como ocurre con la Pereskia Quisqueyana (Flor Nacional) o de Bayahíbe, que rinde homenaje a Pereskia Marcanoe y es dedicada a Quisqueya ( la isla Hispaniola).
Las mismas se nombran siguiendo un sistema “binomial” compuesto por dos partes, creado por el científico sueco Carlos Lineo.
Otro ejemplo: Theobroma (el cacao), de origen americano, fue bautizado así porque era considerado como la bebida de los dioses (Theo, Dios, y broma, bebida).
Ricardo García, director del Jardín Botánico Nacional, ofreció esos datos hablando del valor de conocer sus nombres científicos, ante el uso errado que suele dárseles con fines curativos, como sucede con la “Uña de gato”, que varía de un país a otro.
“Sin que suene morboso, Carlos Lineo nombró en una ocasión una especie de la familia de las leguminosas como Clitoria Mariana, que traducida al latín era el clítoris de la Virgen María, y eso le generó un conflicto con la iglesia Católica, y se dice que hasta lo excomulgaron”, comentó García, que recomendó identificar con un taxómo la especie usada con fines curativos.