En la pasada semana, el jefe de la Policía Nacional Dominicana, General Manuel Castro Castillo, (nos imaginamos que en un arrebato de emoción por haber recibido unos equipos adicionales para realizar su trabajo) expresó lo siguiente:

“República Dominicana está en ruta de convertirse en uno de los países más seguros de América Latina”

A continuación, expresó que: “había pasado de una tasa de criminalidad de más del 24 por ciento por cada cien mil habitantes, y finalizamos con un 20 por ciento”, no sin antes proyectar que se alcanzaría un 17 por ciento a final de este año. Ante estas declaraciones, se nos hace difícil no hacer algunas precisiones:

Lo primero que debemos señalar es que desconocemos cuáles fuentes utiliza el jefe policial, pues las estadísticas universalmente reconocidas, son las de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, del inglés United Nations Office on Drugs and Crime), y éstas actualmente tabulan exclusivamente datos relativos al año 2012, mientras el jefe uniformado habla del año 2013 y se aventura a pronosticar hasta “el presente año”.

No quisiéramos ofender al comandante policial dudando de sus capacidades aritméticas y vamos a dar como válidos sus cálculos, no sin antes aclararle que no se pasó de 24 a 20 por ciento en todo caso, pues en las estadísticas oficiales, al 2012, ya se encontraba en 22.1 por ciento, y reiteramos, en ningún lado se habla de 20 por ciento, pues ese dato simplemente oficialmente no existe. Claro, no vamos a ser tan complacientes como para aceptar su proyección de 17 por ciento para fin año y de hecho ese por ciento no varía considerablemente nuestro análisis.

También percibimos un rejuego interesante de palabras al decir “más seguros de América Latina”, esto dado el hecho de que la región más violenta del planeta es nuestra región, o sea, que dentro de los últimos seríamos los mejorcitos de acuerdo con el general, ¿cierto? no, según las estadísticas.

Reitero, siendo sumamente generosos en este repaso, y a pesar de que el dato no es oficial, daremos como válido que ya la criminalidad anda en el 20 por ciento como plasma la declaración de Castro Castillo, y que nadie y sólo RD en América Latina, haya reducido su índice de criminalidad tomando como base el 2012.

Si fuere así, de 44 países de América (hemos excluido a Canadá y E.U.A.), 26 países tendrían menor índice de criminalidad que RD y sólo 18 nos superarían, o sea, que lejos de ser uno de los más seguros, nos mantendríamos en el estrato bajo con alta criminalidad (eso es dando como válido lo que dice el jefe de la Policía; los datos oficiales nos colocarían en peor posición).

Por otro lado, una de las más comunes aberraciones es compararnos con los peores países del mundo en materia de crimen, tales como: México 21.5%, Brasil 25.2%, Guatemala 39.9%, El Salvador 41.2%, Venezuela 53.7%, Honduras 90.4%, y olvidarnos de que: Chile 3.1%, Cuba 4.2%, Argentina 5.5%, Perú 9.6%, Haití 10.2%, Nicaragua 11.3%, Panamá 17.2%, entre otros, están en la misma zona. Es una especie de búsqueda de “autoconsuelo” para justificar nuestro fracaso en la lucha contra el crimen.

Algo sí llama nuestra atención, es el hecho de que RD haya tenido un aumento en el número de feminicidios, que los intercambios de disparos sigan viento en popa y que exista una marcada percepción de que cada vez hay más criminalidad, pero se insiste en que hay una baja en la delincuencia.

Una de las razones por las que muchos latinoamericanos abandonamos nuestros países de origen es la delincuencia, la cual va de la mano con la corrupción y por ello, es nuestro deseo que la Policía Nacional tenga éxito en su lucha contra el crimen y que cuente con el apoyo del presidente Danilo Medina en tan ardua tarea.

Al igual, es nuestro deseo de que cuando un alto funcionario o jefe policial se exprese en público, lo haga de forma precisa y bien informada, como una forma de respetar a todos los que con sus impuestos pagan su salario.

En lo que soñamos con llegar a ese punto, tendremos que continuar escuchando declaraciones que en las redes sociales suscitan comentarios como: “qué cachaza”, “bárbaro”, y la clásica “que timbales”, todo fruto de lo que por respeto sólo tildaremos de “Osadía Policial”.

Fuente: https://www.unodc.org/documents/gsh/pdfs/GLOBAL_HOMICIDE_Report_ExSum_spanish.pdf