Sigo con atención las actitudes y acciones del arquitecto Andrés Navarro. En las instituciones públicas, intenta manejarse con principios y métodos, que busquen fortalecerlas, para que estas cumplan su misión de servir a la población.
Parece que no le gusta trabajar desde instituciones sucias y desordenadas. Desde que llega, suele barrer, limpiar, adecentar.
Ha ocupado varias posiciones, pero sus luces brillaron con fuerza en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
En la Cancillería se dedicó a hacer una reingeniería del sistema, para darle a las relaciones diplomáticas un nuevo enfoque, acorde con su misión. Su estadía fue corta, de 2014 a 2016, pero dejó huellas positivas: concientizó el personal sobre su misión; eliminó alrededor de mil empleos botellas, que impedían el trabajo serio; dinamizó las relaciones internacionales. Comenzó a recibir reconocimientos. En 2015, el gobierno de la República China le otorgó la “Orden de la Estrella Brillante” por sus apreciables aportes a los lazos diplomáticos y de cooperación.
En 2016, Navarro fue designado ministro de Educación. Llegó consciente de que la educación no solo debe basarse en dar conocimientos, sino también valores, utilizando profesionales responsables que dominen el área.
Encontró este ministerio lleno de empleos-botellas, tanto en el área docente como administrativa. Inició la limpieza. Procedió a bloquear salarios a miles de docentes, que fueron detectados como que cobraban sin laborar, ordenando de inmediato la investigación a fondo de estos casos.
La tarea es difícil. A diferencia de la Cancillería, en educación está la Asociación Dominicana de Profesores, ADP.
Este es un organismo que “en nombre del compañerismo y la solidaridad” suele arropar males, simular desconocimiento de realidades, mide fuerza con el ministro de turno, derrumba planes, sus reuniones suele hacerlas en horas laborables, afectando la docencia.
Nunca he escuchado que promueva actividades para sanear la nómina, ni que motiven a los maestros a capacitarse, a elevar el nivel educativo, a sentirse orgullosos de su misión.
Su fuerte es luchar por aumentos salariales para “mansos y cimarrones”, aunque le reste entusiasmo a quienes aman su trabajo. Todo parece indicar que la ADP se maneja con criterios comerciales.
Más que calidad en el maestro, le conviene la cantidad. De ellos recibe una cuota mensual que se dice asciende a 28 millones de pesos.
Además, tiene una cooperativa de servicio. Se presume que maneja mil trescientos millones de pesos por concepto de préstamos y venta de artículos a los maestros ¡Tremendo negocio! No se sabe como la manejan.
Para que su negocio prospere, lo único que le conviene es que ingresen maestros a la nómina y que les aumenten el sueldo.
Su prioridad no es limpiarla para que los alumnos reciban enseñanza de calidad y los maestros proyecten dignidad y respeto.
Cuando la ADP decide acompañar el Ministro en una investigación, lo hace buscando artimañas para que su cliente salga libre. Retuercen informaciones, justifican y amenazan con paralización total aunque afecten los estudiantes.
Si pensaran en los alumnos, demostrarían deseos de sanear y fortalecer el sistema educativo, abogarían por maestros ejemplares.
La educación es determinante para el desarrollo de los pueblos. Navarro desnudó el sistema educativo. No hay calidad, falta orden.
Tiene miles de “botellas”, ¿qué hacer? ¿Limpiar el fango o saltarlo? Dicen que hará una Evaluación del Desempeño Docente 2017, junto a la ADP; que pretende diagnosticar el ejercicio profesional, hacer planes para elevar la calidad, aplicar incentivos. Veremos.
Para el Ministro, lo más fácil es “pactar” con la ADP. De lo contrario, corre el riesgo de que hasta el Congreso lo interpele, fabriquen un expediente acusándolo de corrupción y terminen enviándolo a la cárcel.
Hemos vivido la experiencia.
Sanear el Ministerio de Educación requiere de firmeza y coraje. Navarro ha demostrado valentía al desnudar los males. Ahora tiene dos alternativas: efectuar cambios estructurales o mantener el sistema.
Pido a Dios que le permita tomar con firmeza el bisturí en sus manos y comience a extirpar todo lo podrido que encuentre; que no se vea precisado a cubrir el enfermo con el mismo manto, poniéndole como médico de cabecera la ADP.
Navarro,.. eres una esperanza, ¡no permitas que te tumben el pulso!