Me equivoqué, pero me alegro

Me equivoqué, pero me alegro

Me equivoqué,  pero me alegro

Rafael Molina Morillo, director de El Día

He dicho y repetido innumerables veces que nuestros legisladores carecían de la dignidad y sensatez necesarias para renunciar voluntariamente al odioso modo de enriquecer sus bolsillos con dinero del Estado, conocido como “el barrilito” o “el cofrecito”.

Por si acaso alguien llegó ayer de Marte o de Júpiter y todavía no sabe qué es eso del “barrilito” o “cofrecito”, cúmpleme decirle que se trata de un dinero que los diputados y senadores se asignaron a sí mismos, dizque para realizar obras de bien social, sin que nadie los fiscalice.

“Tanto da el agua en la roca, hasta que la horada”, dice el refrán. Y tanto se criticó el adefesio llamado “cofrecito” o “barrilito” hasta que finalmente ayer los diputados renunciaron a continuar recibiendo ese dinero ajeno.

¡Bravo! Me alegro de haberme equivocado con los diputados y creo actuar a nombre de todo el pueblo dominicano cuando les felicito por su iniciativa anunciada por el presidente del mencionado cuerpo legislativo.

Para que se aprecie de qué estamos hablando, sépase que cada diputado recibía por ese concepto RD$50,000 mensuales, suma que, multiplicada por 190 diputados que tiene la Cámara significa 9 millones y medio mensuales, o sea 114 millones de pesos al año.

¡Felicidades otra vez, señores diputados!

Ahora solo falta que los 32 senadores que integran la Cámara Alta hagan lo mismo con su “barrilito” que reparte entre ellos unos 20 millones mensuales, lo que arroja al año la friolera de 240 millones de pesos cada año.



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