De cuando en vez el tema de la inmigración haitiana a la República Dominicana al parecer sirve para devolver el patriotismo perdido a muchos personajes dominicanos. Sin dejar de ser realmente un problema de gran importancia, ha sido un tema extraordinariamente más útil para distraer la atención de los graves problemas del país, que para enfrentar de raíz las causas del desorden migratorio.
Desde mi óptica de recién llegada a la expectación de lo que ocurre en el país, por mi corta edad, estoy sorprendida por la agresividad que se levanta contra quien emite alguna opinión o propone alguna iniciativaquesea asumida como contraria a los clamores anti haitianos. Automáticamente es señalado como un «anti patriota», como un «pro haitiano» y, por tanto, como un «traidor a la Patria», y puedes hasta recibir amenazas de muerte por este motivo, como ha pasado con algunos comunicadores.
Es cierto que el Estado debe poner control en las fronteras del país, pero el problema de la inmigración desordenada no se resolverá si los empresarios, los militares y los políticos, que obviamente se benefician de lo que es un problema para la República, no contribuyen a cambiar los esquemas que originan esta problemática.
Juan Pablo Duarte afirmaba, refiriéndose a los que nunca creyeron en el proyecto dominicano, que “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”. Y yo creo que sigue habiendo muchos que traicionan por estar al servicio decualquier potencia extranjeray hay muchos más que lo hacen al ver en la Patria solo un botín para hacer riquezas sin medir consecuencias.
Por eso creo que la verdadera agenda de defensa a la patria es la que ponga claro que los traidores de la Patria son aquellos que se convierten en saqueadores del Estado y dejan al pueblo dominicano sin hospitales, sin escuelas, sin calles, sin luz, sin agua potable…. Y peor aún, aquéllos que, con su accionar corrupto, quitan el pan de la mesa a miles de dominicanos (as).
Son tan traidores a la Patria los que han permitido el debilitamiento de la soberanía nacional como los que se escudan en la delincuencia para conseguir cargos públicos y beneficios materiales.
No hay peor traición a la patria que la del mal ejemplo de los que dirigen, que contribuye a la desmoralización de toda la sociedad, haciendo que se pierda el norte colectivo y se cambie por el afán de riquezas.
Solo habrá Patria si por encima del egoísmo personal se sobrepone algún sentido de lo que es colectivo y crece la conciencia de que hay que preservarlo para el bien de todos y todas.