La pluma y el machete

La pluma y el machete

La pluma y el machete

David Alvarez

Ni Balaguer, ni Peña Batlle, blandieron machetes para cortar las cabezas de dominicanos y haitianos negros en el 1937. Su aporte a la masacre fueron sus ideas, sus plumas.

Desde sus oficinas en Santo Domingo aportaron argumentos para justificar al sátrapa y motivar a los asesinos.

Ya ha comenzado a ocurrir de nuevo. Turbas que persiguen ciudadanos negros por suponerlos haitianos, chóferes de carros públicos que exigen cédulas, crónicas periodísticas de “ofensas” y “comunitarios” que dan plazos a los ciudadanos negros de sus comunidades para que se vayan.

Los músculos de muchas manos ya demandan blandir machetes, están enardecidos, prestos al crimen.

Es una conducta inducida, ha ocurrido con acusados de ser ladrones. La sangre pronto salpicara el piso si sigue esta demencial situación.

Mientras, en Santo Domingo, jueces e intelectuales, periodistas y comunicadores, blogueros y líderes de extrema derecha, incitan la violencia.

Se pide la “muerte a los traidores de la patria” y ya las turbas decidirán quién es traidor, pero matarlos, eso está claro.

Desde el racismo más perverso, el histerismo nacionalista, la extrema derecha y los intereses de los capitales que explotan el trabajo ilegal, se canta a la sangre que se desea verter, se maldice la negritud que nos identifica, se queman libros y recitan obsesos la historia patria trujillista.

Cuando los machetes se manchen de sangre, las plumas seguirán limpias, inmaculadas y algún que otro ideólogo del crimen se ruborizará levemente por lo acontecido.



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