Se habla mucho sobre el éxito y las personas que logran tenerlo. Gran parte de la gente piensa que tenerlo es lograr fama y fortuna, sin embargo, alguien exitoso no es el que logra todas sus metas ni acumula poder y dinero, es, simplemente, el que es feliz con lo que tiene, pero no se limita ni se conforma, pues sabe lo que quiere conseguir, conoce los resultados que quiere producir y se concentra e invierte su energía para lograr sus objetivos, sin dejar de tener los pies en la tierra y disfrutando el trayecto y el paisaje.
Y al hablar del éxito es bueno recordar la teoría del “iceberg” que plasma lo que la gente ve en la superficie y lo que está debajo y sostiene estos logros.
Una gran parte de las personas solo ve el pequeño bloque de hielo que flota en el agua, solo unos pocos ven la profundidad y valoran lo que realmente sostiene ese éxito: la persistencia y empeño, dedicación, trabajo duro, esfuerzo, afán de autosuperación, disciplina, buenos hábitos, sacrificio y desvelos, pero sobre todo perder el miedo a los fallos e intentarlo de nuevo tantas veces como fuera sea necesario.
Podemos definir el éxito de muchas maneras y hay muchos tipos de personas exitosas, pero las verdaderamente reales son aquellas en las que brilla la sinceridad, la humildad y el respeto a sí mismo y los demás.
Estas tres cualidades son esenciales para que nuestra humanidad brille, sin ellas solo somos espejismos en medio del desierto. Algunos consejo: concéntrate en las grandes y pequeñas cosas.
Todos los días observa a quien ama y a quien te ama, valora su presencia y siéntete afortunado. Todos los días visualiza las cosas buenas y nunca dejes de compartir tu conocimiento y experiencia. Todos los días agradece las bendiciones y ser amable de manera indiscriminada no está de más.