Es esencial para la democracia que sus órganos para proponer candidatos a puestos electivos, los partidos, sean a su vez democráticos.
Por eso celebro la realización este fin de semana por el PRM de su convención para elegir a los líderes de ese colectivo, la principal fuerza política de oposición.
Antiperremeístas viscerales han hecho fiesta por el desorden en algunos municipios, por las rispideces propias de estos procesos, queriendo presentar al PRM como una agrupación de díscolos o inexpertos. Sin embargo, es el único partido que puede enorgullecerse de practicar internamente lo que predica.
Luce ridículo que grupúsculos, como la FNP, pretendan criticar o cuestionar la convención del PRM, porque ¿cuándo fue o será la de ellos? ¿Cuántos militantes tiene? Al país le conviene un PRM legitimado por su proceso interno, fortalecido por su propia legalidad, organizado para canalizar democráticamente los sentimientos de sus bases.
Esa mística es lo que necesitan el PLD, el PRD, el PRSC y otros partidos cuyos dirigentes creen que compraron sus puestos a perpetuidad. ¡Felicidades perremeístas!
