Ezequiel Molina Rosario mientras ofrece su sermón en la celebración de La Batalla de la Fe, realizada en el Estadio Olímpico en enero.
Santo Domingo.-El pastor Ezequiel Molina Rosario, con su sonrisa a flor de piel y su trato afable, cuenta que desde siempre ha servido a Jesucristo y aunque sus prédicas han cambiado la vida de cientos de personas no considera tener un don o un liderazgo para predicar.
“Solo sé que los resultados se ven y vivo sorprendiéndome a cada día, pero se lo achaco a la voluntad de Dios y a la extensión del tiempo que llevo predicando”, dice.
Oriundo de La Romana y nacido en un hogar cristiano, llega a Santo Domingo a la edad de ocho años y como toda su familia se congrega en la iglesia Asamblea de Dios Central, pastoreada por Jacinto Pérez.
Recuerda que desde siempre predicaba, porque antes de vivir en la capital llevaba el mensaje en las esquinas e iglesias de La Romana, donde le hacían caso porque, según dice, “era el nieto de doña Andrea, pionera del evangelio allí y en San Pedro de Macorís”.
Defensor de sus creencias
De su niñez en Santo Domingo le marcó el que sus compañeros de clases se burlaban de él por ser cristiano, tener un nombre profético y andar siempre con una Biblia en el bolsillo: “No solo tenía choques con los compañeros, narra, recuerdo que a los 12 años tuve un choque con un seminarista que iba a las escuelas Cuba y Argentina a dar clases de religión; chocamos porque yo leía la Biblia y cada vez que él decía algo que yo entendía no era bíblico le contradecía y no le gustaba”.
Confiesa que un día le llamó la atención de mala manera por indisciplina y lo pusieron como castigo de rodillas mientras pasaba la hora de religión.
“Llegó un momento que me sentí acorralado y le escribí al secretario de Estado de Educación, que en ese momento era Joaquín Balaguer, y a los pocos días noto que me dan un tratamiento diferente y me dicen que puedo salir al patio en la hora de religión, que nadie se iba a meter conmigo y yo no sabía que era, aunque pasaba la materia con 100, ahora supongo que por el apellido Molina lo habrán creído cercano al jefe Rafael Molina Trujillo”, relata entre risas.
A la edad de 14 años empezó a predicar de manera formal, cuando su pastor lo recomendó a una actividad juvenil de la Iglesia de Dios, y desde ese momento comenzaron a invitarle, tal vez porque resultaba novedoso por su juventud.
En esas andaduras, predicando, conoce en San Juan de la Maguana a Dominga Sánchez Ramírez, con quien se casó a la edad de 20 años y procrearon cuatro hijos.
La Batalla de la Fe
En 1963 le llega la oportunidad, junto a Demetrio Montero, de participar en un programa de radio llamado La Batalla de la Fe, que continúa hasta hoy y que se ha convertido en un Ministerio, tras ocurrírsele realizar un culto el primero de enero para que las familias cristianas se reunieran, se felicitaran, y para orar por la nación y hacerle llegar el mensaje de Dios.
Aunque hubo predisposición en la realización del culto en esa fecha en que las personas viajan a los pueblos, están resacados o hacen viajes con sus familias, Molina se impuso y a medida que la multitud se hacía mayor cada año, hubo que ir cambiando de lugar donde realizarlo, hasta que en 1981 llega al Estadio Olímpico y continúa desarrollándose allí.
Desde entonces han realizado 53 cultos de La Batalla de la Fe, a los cuales han acudido empresarios y grandes líderes políticos como Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, el presidente Danilo Medina.
“Cuando Joaquín Balaguer era presidente nunca fue, pero siempre enviaba a sus colaboradores más cercanos”, explicó Molina.