Esto no puede terminar así

Esto no puede terminar así

Esto no puede terminar así

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Siempre he presumido de ser un optimista empedernido. En las situaciones más difíciles o conflictivas siempre abrigo la esperanza de que en el momento menos pensado aparecerá una solución. Y hasta ahora siempre ha sucedido así. Pero ¡caramba!, esta vez si me la han puesto dura.

Me refiero en esta ocasión al negro panorama que tenemos de frente todos los dominicanos, gracias a la desmedida ambición de nuestros autodenominados líderes políticos (salvo consabidas excepciones que constituyen verdaderas especies en extinción).

Si tuviera que ensayar un inventario de dolencias y calamidades provocadas por los que se creen amos y señores del país y toleradas mansamente por todos nosotros, confieso que no sabría por dónde empezar.

La República Dominicana padece una aguda crisis moral que la asfixia, como si fuera una gran carpa bajo la cual medran la corrupción administrativa, la drogadicción, la

riminalidad, el latrocinio, los congresistas que se venden, el engaño, la impunidad, la mentira…

Parafraseando al notable poeta vegano Rubens Suro en su celebrado “Soneto de yodo y sal”, comienzo ya a dudar del alpinismo de mi antigua actitud optimista, de la que siempre hice alarde.

¿Nos cruzaremos de brazos?

¿Dejaremos que los malos de la película se salgan con la suya?
Algo tenemos que hacer, pero este cuento no puede terminar así.



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