TOKIO, Japón.-Sí, en Corea del Norte hay católicos. E incluso una iglesia. Pero mientras que el papa Francisco es aclamado por millones de católicos de Corea del Sur, el cristianismo ha sido acallado al norte de la frontera, como se desprende de una serie de arrestos recientes, y cualquier misionero enfrenta graves riesgos en momentos en que la división religiosa entre el norte y el sur parece más marcada que nunca.
La iglesia norcoreana es férreamente controlada por el gobierno y no es reconocida por el Vaticano. Los servicios que ofrece no tienen nada que ver con los que se ven en el resto del mundo católico. En una catedral norcoreana, por ejemplo, hay cruces pero no crucifijos.
Los servicios semanales incluyen himnos y oraciones, pero no sacramentos. Tampoco hay sacerdotes: las misas las dan personas laicas designadas por el estado.
Las autoridades de la capital Pyongyang no emitieron en principio comentarios sobre la visita de cinco días de Francisco a Corea del Sur. Una hora antes de su llegada a Seúl el jueves, Corea del Norte lanzó tres proyectiles de corto alcance al océano. Posteriormente dijo que había sido un acto de conmemoración de la liberación de Japón.
Un experto en temas militares dijo a la principal agencia noticiosa norcoreana que era “absurdo” pensar que el lanzamiento tuvo algo que ver con la visita papal.
“Me pregunto por qué, con tantos días que tiene el año, el papa romano eligió visitar Corea el mismo día en que nosotros ensayábamos nuestros últimos cohetes tácticos”, dijo Kim In Yong a la Agencia Noticiosa Central Coreana.
Los norcoreanos rechazaron una invitación a participar en una misa por la paz y la reconciliación que Francisco ofrecerá el lunes en Seúl. Explicaron que lo hacía en buena medida por la participación de Corea del Sur en maniobras militares conjuntas con Estados Unidos.
“Lo lamentamos mucho, pero seguiremos rezando por tener otra oportunidad de ofrecer una misa a los fieles norcoreanos”, dijo el vocero del Vaticano Federico Lombardi.
Se calcula que en Corea del Sur hay más de 5 millones de católicos y que en Corea del Norte hay entre 800 y 3.000.
La cifra más baja es de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que hace poco mencionó la falta de libertad religiosa como un ejemplo del deterioro de la situación de los derechos humanos en Corea del Norte.
La otra cifra la dio la Asociación Católica Coreana, un organismo gubernamental responsable de toda la información oficial sobre la iglesia y que coordina las misas semanales.
Antes de la llegada del gobierno comunista, Pyongyang tenía más cristianos que ninguna otra ciudad coreana y se le decía la “Jerusalén coreana”. Contaba incluso con un obispo. Los católicos, no obstante, casi desaparecieron tras el triunfo comunista y hoy no hay ninguna institución religiosa ni sacerdote avalado por el Vaticano.
La única iglesia católica del país, la Catedral Changchung de la capital, no es reconocida por el Vaticano. “Los católicos de Pyongyang ni siquiera se enteran de la visita del papa a Corea del Sur y no conocen la historia del catolicismo en Corea del Sur ni el significado de la visita papal”, expresó Son Jung-hun, un activista de la causa de los derechos humanos de 49 años que emigró del norte a los 35 y se radicó en el sur.
Ser católico no es ilegal. Pero los creyentes –católicos y de otras religiones– no son bien vistos. Lionel Jensen, profesor adjunto de lenguas asiáticas orientales en la Universidad de Notre Dame, cree que, si bien la presencia del catolicismo en público es mínima en el norte, hay un movimiento mucho más grande de cristianos que practican su fe en privado.
“Sospecho que la gente sabe de la visita (del papa), pero que muy pocos se animarían a hablar en público de ella”, dijo Jensen.
El norte ha adoptado una línea dura contra los extranjeros sospechosos de tratar de propagar el cristianismo y el misionero estadounidense Kenneth Bae fue detenido en noviembre del 2012 y cumple una condena a 15 años de trabajos forzados por supuestas acciones hostiles hacia Corea del Norte.
Un misionero australiano fue deportado en marzo, mientras que un estadounidense, Jeffrey Fowle, fue arrestado por dejar una biblia en un nightclub en el puerto de Chongjin.
En mayo, un misionero bautista sudcoreano fue condenado a trabajos forzados de por vida por espiar y tratar de crear iglesias clandestinas. “Oren por nuestros hermanos del norte”, dijo Francisco el viernes durante una plegaria por la reunificación coreana.