El lado oscuro de “Gangnam Style"

El lado oscuro de “Gangnam Style»

El lado oscuro de “Gangnam Style»

Seúl.-Dos años después del “boom” de Gangnam Style, los tradicionales vendedores ambulantes del distrito de Seúl al que está dedicada la famosa canción sufren a diario el acoso y la violencia de matones enviados por las autoridades en su afán de “limpiar las calles” de todo lo que no aparente lujo.

“Todavía me duelen los hombros y las piernas de la última paliza”, lamenta Choi, un hombre de 48 años que cocina y vende bollos artesanos en esta zona al suroeste de la capital.

Su austera y destartalada cocina con ruedas se ha convertido en un problema desde que la atención mundial se fijara en Gangnam tras el pegadizo videoclip de Psy, que aborda con sutil ironía la vida superficial de los jóvenes adinerados de este selecto distrito.

Alentada por el aumento del turismo, especialmente de extranjeros con alto poder adquisitivo, la alcaldesa Shin Yeon-hee decidió “convertir Gangnam en un espacio de lujo y distinción”, indicó a Efe uno de los miembros de su equipo.

“Los vendedores ilegales son un problema, así que erradicarlos es imprescindible”, asegura Kim Kwang-soo, director de la Oficina de Turismo de Gangnam.   Así, “les avisamos tres veces de que se vayan” y si no lo hacen, apunta, “nos vemos obligados a utilizar métodos físicos” para “limpiar las calles».

Los “métodos físicos” consisten en contratar a una empresa que envía matones para intimidar a los vendedores, agredirles y destrozar sus carros, algo que queda patente en numerosos vídeos que circulan en internet.

Este modus operandi es legal en la democrática Corea del Sur, donde numerosas asociaciones han denunciado durante años el uso de estos métodos de persuasión violenta para expulsar de una calle, un edificio antiguo o un local a quienes se convierten en un estorbo.

Sin embargo, casi todos los ambulantes regresan a la mañana siguiente, como la señora Yun, de 78 años, que vende gorras y accesorios a los transeúntes en su pequeño puesto de una de las aceras de 10 metros de ancho que se despliegan en la imponente avenida de Gangnam-daero.

“Estoy vieja, vivo sola, mi familia no me ayuda y esto es lo único que puedo hacer para sobrevivir”, lamenta esta anciana mientras recuerda con lágrimas de impotencia recientes episodios en los que los gánsteres la han amenazado, insultado, y han destrozado su puesto y sus mercancías.

Yun, que al igual que otros vendedores se identifica a Efe con su apellido por miedo a represalias, acumula 30 años trabajando en Gangnam cada día, sin festivos, sin vacaciones, desde el mediodía hasta la madrugada en este negocio que le aporta lo justo para sobrevivir pero es considerado ilegal.

“El distrito de Gangnam ocupa el primer lugar en Seúl en prevención de actividades ilegales”, comenta a Efe orgulloso el director de la Oficina de Turismo, tras criticar que los ambulantes no declaran sus ingresos.

Sin embargo, precisamente la mayor reivindicación de los vendedores callejeros es que les permitan realizar su actividad legalmente y pagar impuestos.

“Aunque no pagamos impuestos, las multas constantes de la policía nos salen mucho más caras”, explica Yim Tae-wan, delegado de Gangnam de la asociación que representa a los vendedores callejeros en todo el país.

Antes de que asumiera el cargo la actual alcaldesa del distrito, conocida entre sus detractores como “la dama de hierro de Gangnam”, hubo un proyecto para legalizar a este colectivo de trabajadores irregulares, pero las autoridades lo dejaron incompleto y ahora se niegan a negociar, denuncia Yim.

La venta en puestos ambulantes es una actividad con una larga tradición en Corea del Sur que se desarrolla legalmente en infinidad de espacios urbanos, entre ellos la popular calle turística de Insa-dong o la concurrida zona de Namdaemun en pleno centro de la capital.

La Organización de Turismo de Corea (KTO), de hecho, promociona la comida callejera como un atractivo para los visitantes extranjeros en su página web http-//spanish.visitkorea.or.kr.

Así, el organismo estatal recomienda a los extranjeros probar el “tteokbokki” (pasta de arroz con salsa de pimiento rojo), “twigim» (aperitivos fritos) o “dak-kkochi” (brochetas de pollo) en los mismos puestos y carros que los “gánsteres legales” surcoreanos destrozan impunemente en Gangnam por orden de las autoridades.



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