PARÍS. – El bitcoin, emergente divisa virtual que quiere «uberizar» la moneda eludiendo a los bancos centrales, podría llegar a los países financieramente frágiles pero «a cuenta y riesgo» de sus utilizadores, advierten los economistas.
«¿El bitcoin? Es una voluntad de uberizar la moneda, de no tener banquero central que decide su precio», explica Ludovic Subran, jefe economista de la aseguradora Euler Hermes, comparando así la criptomoneda a lo que ocurre entre los taxis y Uber, sociedad que ha transformado el mercado. «Eso es: prescindimos de la autoridad central.
Eso es lo genial de este invento», asegura Yves Choueifaty, fundador del administrador de activos Tobam, que acaba de lanzar el primer fondo europeo de colocación de activos en bitcoins.
El bitcoin está presente en las plataformas de intercambio específicas, y no en los mercados regulados. Carece de curso legal, no tiene banco central, y está regido por una amplia comunidad de internautas.
Los inversores hablan ya de «oro digital», mientras el bitcoin ha llegado esta semana a una cotización récord de más de 8.000 dólares.
A principio de año, estaba a poco menos de 1.000 dólares. Según Yves Choueifaty, las burbujas financieras son precisamente alimentadas por las instituciones, pero «no hay burbuja para el bitcoin», moneda creada por uno o varios informáticos que se esconden bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto.
Nueva dolarización
Esta moneda ya no seduce solamente a grandes operadores bursátiles o universidades estadounidenses, sino también a los actores económicos de países arruinados como Zimbabue o Venezuela, cuyas divisas ya no valen nada debido a la hiperinflación.
Venezuela debió emitir recientemente un nuevo billete de 100.000 bolívares, cuando hace un año el más elevado billete en circulación era de 100 bolívares.
«Tomemos el caso de países con instituciones débiles y monedas nacionales inestables. En lugar de adoptar la moneda de otro país, por ejemplo el dólar, esas economías podrían conocer un creciente uso de monedas virtuales», afirmaba recientemente la directora general del Fondo Monetario internaciobal (FMI), Christine Lagarde, que habla de «dolarización 2.0».
Los economistas destacan también el interés por el bitcoin en los países en desarrollo, cuyos habitantes tienen más fácilmente acceso a internet que a cuentas bancarias tradicionales.
Pero los bancos centrales y algunos representantes de la finanza alertan ante una divisa que es usada a menudo para transacciones ilícitas, y que frecuentemente ha sido denunciada como «especulativa».
«Es la definición misma de una burbuja», advirtió recientemente el presidente del Crédit Suisse, Tidjane Thiam, inmediatamente atacado en las redes sociales por los partidarios –a menudo virulentos– del bitcoin.
El Nobel de Economía, el francés Jean Tirole, comparte esta opinión: «¡Es una burbuja!», afirmó a la AFP cuando participaba esta semana en un coloquio en París.
«Es algo que no tiene valor intrínseco, que puede hundirse de la noche a la mañana. Por eso no me gustaría que los bancos franceses, por ejemplo, invirtieran en el bitcoin».
Ganar o perder dinero
Por su parte, Subran espera de las autoridades que sensibilicen más a los potenciales inversores amantes del riesgo.
«Hay mucho dinero que perder y mucho dinero que ganar también, Hay mucha gente que quiere invertir, pero que no se da cuenta del riesgo», asegura.
De forma regular, la divisa registra abruptas caídas, por ejemplo en caso de fricciones entre los miembros de la comunidad que gestiona y produce el bitcoin, debido a advertencias de las autoridades de regulación o por causa de pirateos informáticos.
Pero lo más frecuente es que bitcoin borre rápidamente sus pérdidas: algunos inversores lo ven ya a 10.000 dólares. En 2011, apenas superaba un dólar.