Domingo de Pascua

Domingo de Pascua

Domingo de Pascua

Dilenia Cruz

Millones de personas están viviendo una nueva etapa de sus vidas a partir del Domingo de Resurrección, o al menos es lo que muchos de ellos pretenden.

Habrán quienes logren mantener su decisión de cambios durante algún tiempo, mientras otros claudicarán con mayor facilidad.

En el Domingo de Pascuas, las iglesias estuvieron repletas de personas que solo asisten ese día, por lo que los sacerdotes se esmeraron en hacer ceremonias más atractivas con la finalidad de cautivar nuevos asistentes, a quienes extendieron la invitación de ser participativos en la vida cristiana. Sin embargo, muchos de ellos ya no volverán hasta el próximo año.

No es raro escuchar personas expresarse como: “no necesito ir a la iglesia para ser cristiano y seguir los mandamientos”. Sin embargo, la Biblia presenta varias razones para congregarse en las iglesias.

Por ejemplo: Mateo 18.20 dice: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Mientras que Hechos 2.41 dice: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

Salmos 133.1 dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”. Salmos 122.1: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos”.

Quienes se preguntan si vale o no la pena ser parte de una iglesia, Salmos 37:3 dice: “Confía en el Señor y haz el bien; habita en la tierra y cultiva la fidelidad”.



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