La capacidad de ciertos gobiernos para fuñir a la gente es tremenda. Luce nimio, pero aquí en noviembre de 2000 funcionarios mareados por el poder invirtieron el cambio estacional de la hora, causando un caos nacional
¡Alejandro, César ni faraones, khanes o zares pudieron obligar al Sol a ponerse a media tarde! Recordé esto ante el inicio en los Estados Unidos del “daylight savings time” que adelanta o atrasa una hora los relojes para ahorrar energía.
Es curioso cómo en algunos lugares la hora no corresponde con algún incremento o disminución por hora exacta del GMT sino a fracciones.
En Caracas, Colombo (capital de Sri Lanka), Kabul y Teherán puede que sean las 6:30 cuando el resto del mundo marca alguna hora precisa sin minutos.
El premio a la excentricidad horaria lo gana Katmandú (capital de Nepal) donde la diferencia es por 45 minutos. Si alguien duda de mi premisa inicial pregúntese: ¿qué clase de gobierno o régimen político hay en esas anacrónicas ciudades?