In this Wednesday, Oct. 19, 2016 photo, Mona Habraham salvages a chair from her home, destroyed by Hurricane Matthew in Port-a-Piment, a district of Les Cayes, Haiti. Family and neighbors near the town of Port-a-Piment have dug by hand through wreckage and scoured the riverbanks looking for the bodies of missing relatives, but to no avail. (AP Photo/Dieu Nalio Chery)
JÉRÉMIE, Haití. – Paupérrimas construcciones hechas con chapas y madera se ubican a los lados de la carretera que lleva a la ciudad de Jérémie, en el oeste de Haití: ante la falta de ayuda humanitaria, las familias damnificadas por el huracán Matthew se reagruparon en ese campamento informal para salir adelante.
En este paisaje desolador que recuerda a Puerto Príncipe tras el terrible sismo de 2010, en el que cada espacio vacío era ocupado por cientos de miles de afectados, Dominique Pierre-Louis intenta poner en marcha una moto cubierta de barro.
«Estoy reparando esta moto para intentar ganar un poco de dinero haciendo de taxi», explica este albañil de 42 años.
«Podré meterme por cualquier camino. Lo único que quiero es un trabajo, no necesito pedir limosna: soy un profesional, me las puedo arreglar solo», asegura.
Antes del paso de Matthew hace más de dos semanas, vivía a las afueras de la ciudad. Pero como nadie acudió a ayudarle decidió instalarse con su esposa y sus ocho hijos en este terreno fangoso.
Desde entonces, ha visto como los convoyes oficiales y los camiones con ayuda humanitaria pasan de largo. Bajo unos pocos metros cuadrados de chapas y plásticos, su esposa descansa sobre unos listones de madera cubiertos con una simple sábana. Dieula sufre más por ver a sus hijos corretear sin ropa que por su problema de asma.