No puedo quedarme callado. Hasta el viernes pasado fui uno de los ingenuos que confiaban en que todavía quedaba una pizca de esperanza de que el sistema judicial dominicano no había expirado.
Llegué a creer que, aunque fuera tan solo para guardar las apariencias, el escandaloso caso del senador Félix Bautista sería enviado a juicio de fondo, con lo cual se habría aplacado la ola de indignación general que se veía venir.
Total, que, de haberse procedido así, ello no significaba decir que el citado legislador era culpable, todavía.
Pero no. El sentir popular no se tuvo en cuenta. Como un castillo de naipes el sistema judicial se vino al suelo de un solo soplido.
Sostienen algunos analistas jurídicos que los procedimientos legales no han sido inobservados, que no hay nada malo en el “No ha lugar” de marras.
Más aún, aceptando tal razonamiento, el clamor popular era tan fuerte que bien valía la pena investigar un poco más a fondo, para salir de toda duda.
Creer que la Justicia tiene los ojos vendados se hace muy difícil ahora.