Aunque estaba vigente al inicio del siglo XXI, es a partir del tercer milenio cuando la Estrategia de Marca e Identidad toma gran auge en el mundo porque no solo pasa a ser de uso cotidiano de los grupos y corporaciones privadas, sino que hasta las ciudades y países recurren a ella como parte de los esfuerzos de mejorar o fortalecer la percepción positiva en sus respectivas audiencias.
Las organizaciones tienen atributos que forman parte de su identidad y se expresan a través de la imagen de marca. Para llegar al éxito, deben comunicar esos atributos de forma creíble y contundente, lo cual les permitirá posicionarse y despertar interés.
La técnica para comunicar la Estrategia de Marca e Identidad se denomina “branding” y tiene características multidisciplinarias, ya que abarca áreas de “marketing”, diseño y la comunicación interna y externa.
La República Dominicana, al igual que muchos países, ha venido construyendo, a pesar de que no existe una estrategia nacional específica para eso, una serie de íconos que terminarían consolidando su marca.
Entre esos elementos icónicos figuran sus jugadores en las Grandes Ligas, incluido el plátano “power”, el merengue, así como Punta Cana y la Ciudad Colonial, Patrimonio Cultural de la Humanidad declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Un elemento icónico que hay que destacar, de manera particular, porque llega a lo más profundo de los corazones de millones de dominicanas y dominicanos: las “Reinas del Caribe”.
Se trata de las chicas del voleibol de mayores que se pasean el mundo defendiendo la bandera dominicana, enfrentando de igual a igual a naciones económicamente poderosas como Estados Unidos, China, Japón, Italia y Brasil; dejando en el camino a otras del nivel de Alemania, Canadá y Francia.
No sé con certeza cuál se conoce más en el mundo, si las “Reinas del Caribe” o Punta Cana, pero de lo que sí estoy consciente es que ambas deben ser cuidadas como parte de la marca República Dominicana.
En el caso de Punta Cana tiene, no solo uno, sino muchos coroneles que le escriben, pero ahora no estoy seguro de que las “Reinas del Caribe” corran la misma suerte.
Me atrevo hacer la afirmación luego de lo ocurrido la semana pasada en un aeropuerto de Rusia, cuando el equipo nacional que había participado en la segunda ronda del Grand Prix de Voleibol Femenino 2017 se encontró con la desagradable sorpresa, al ver que una de sus líderes, Brenda Castillo, fue detenida y llevada a una celda durante dos días. No se trata de una deportista cualquiera, es la mejor defensora de voleibol del mundo.
Acerca del caso he escuchado pobres explicaciones, especialmente de que fue un error del cónsul ruso que otorgó el visado, al colocar el día 15 de julio cuando debió ser el 17 la fecha de salida. La atleta, cuyo estado civil es de casada, fue interrogada por prostitución en ese país de Eurasia.
Las explicaciones que se han dado no convencen, alguien debe ser responsabilizado; no las autoridades rusas, porque ellas estaban cumpliendo con su deber migratorio.
Toda sociedad organizada debe cuidar a sus íconos. Esas jóvenes deben ser asistidas para no estar pensando en visados, boletos de avión, alojamiento ni transporte; no olvidemos que ellas, cuando están en cancha en un torneo regional o mundialista, son la República Dominicana.
Una sociedad sin íconos carece de valores en los cuales fundamentar sus utopías.
Y por ello, lo menos que habría que hacer es dotar a esas jóvenes atletas es de pasaportes oficiales, que les facilitarían los trámites de visados.
¡Brenda Castillo y las demás Reinas del Caribe forman parte de nuestra marca país!