Bofetada pública

Bofetada pública

Bofetada pública

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Un consejo a mis amados lectores para evitar que les dé un infarto al miocardio: respiren hondo, cuenten despacio hasta diez y acomódense en su mejor sofá, antes de leer esta noticia: los oficiales implicados en el famoso escándalo de la Dican han sido premiados con una pensión del Estado.

En cambio, los rasos y alistados implicados en el mismo caso no recibirán ni un chele por su participación en la sucia maniobra.

Parece que los oficiales en cuestión son buena gente y merecen la mayor consideración y respeto, mientras que los infelices rasos no pasan de ser unos desgraciados que manchan el uniforme de la institución.

Mientras tanto, yo no salgo de mi asombro y no acabo de entender cómo de los impuestos que yo pago sale el dinero para premiar a sujetos que están siendo investigados por inconductas que han escandalizado al país.



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