Un consejo a mis amados lectores para evitar que les dé un infarto al miocardio: respiren hondo, cuenten despacio hasta diez y acomódense en su mejor sofá, antes de leer esta noticia: los oficiales implicados en el famoso escándalo de la Dican han sido premiados con una pensión del Estado.
En cambio, los rasos y alistados implicados en el mismo caso no recibirán ni un chele por su participación en la sucia maniobra.
Parece que los oficiales en cuestión son buena gente y merecen la mayor consideración y respeto, mientras que los infelices rasos no pasan de ser unos desgraciados que manchan el uniforme de la institución.
Mientras tanto, yo no salgo de mi asombro y no acabo de entender cómo de los impuestos que yo pago sale el dinero para premiar a sujetos que están siendo investigados por inconductas que han escandalizado al país.