Santo Domingo.-Autodefinido como un profesor y escritor, Andrés L. Mateo empezó desde pequeño a consagrarse a la lectura de novelas, disciplina que lo llevó a terminar escribiendo, según explica.
Ya fuera por ocio o su afán por el saber, la motivación por devorar libros la recibió de su madre.
“Fui siempre un buen lector y como buen lector tendía a las posibilidades de la escritura y, como es lógico, me decidí por escribir”, reconoce el intelectual.
Sus primeros escritos fueron publicados en un suplemento del periódico El Caribe, especifica mientras recordaba esos años.
Al conversar sobre sus inicios en el activismo social, Mateo apuntó que fue dirigente estudiantil en la primera etapa de la sociedad dominicana luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Influencia de la época
A parte de la represión del régimen, indica que el Trujillismo también se manifestaba en mantener a la población al margen de las corrientes del pensamiento universal de la época.
Para el novelista, el proceso de lucha social que estaba viviendo el país luego de la dictadura fue un factor que influenció su activismo crítico.
“Soy un miembro de la generación de los años 60, que viene de un proceso histórico social bastante complejo, porque me tocó junto a otros integrantes de mi generación atravesar un puente del tránsito del poder absoluto al plano de la democracia formal que vivimos desde el año de 1961”, especifica.
En ese entonces recuerda que se crearon diversos movimientos literarios que representaban las inquietudes de la población, entre ellos el Grupo La Isla, del cual fue fundador.
“Era un grupo marcadamente vinculado con las luchas sociales”, resalta Mateo, quien indicó que los diferentes movimientos representaban la división ideológica que se registró en el país en esos años.
Describió que los otros grupos literarios eran El Puño, que correspondía con la clase media, y el grupo La Máscara, afín con los estamentos sociales más elevados.
“En la sociedad dominicana comenzó el gran espacio de reflexión y participación política que marcó valores ideológicos, por eso de ahí en adelante van a surgir los sindicatos, partidos políticos y van a venir las corrientes del pensamiento universal”, afirmó.
Dentro de todo ese proceso resalta la Revolución de Abril de 1965 como un “parte aguas”, ya que significó un antes y un después en la historia dominicana.
“Fue una etapa de enorme movilidad social”, manifestó el escritor, para representar los cambios que se empezaron a originar en la revuelta.
Figura de Balaguer
Mateo, quien ha sido objeto de notables reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Literatura en 2004, afirmó que con el ajusticiamiento de Trujillo, el expresidente Joaquín Balaguer ue el administrador de la transición “democrática” del país.
De igual forma, de las transformaciones sociales, económicas y políticas.
“El mismo personaje que fue representante en la coyuntura de la muerte de Trujillo, del poder dictatorial y su continuidad, es quien hace y administra la transición dominicana desde el año 1961 hasta 1996”, manifestó.