La importancia de saber que no sabemos

La importancia de saber que no sabemos

La importancia de saber que no sabemos

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Se atribuye al filósofo griego Sócrates la paternidad de la famosa frase “Yo sólo sé que no sé nada”, que mucha gente repite sin idea de su verdadero significado.

El “señor Google”, que sí lo sabe todo, cuenta que uno de los sabios de la antigua Grecia le preguntó un día al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no.

Al escuchar lo sucedido, Sócrates dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en realidad todos creían saber más de lo que realmente sabían.

Sócrates era consciente tanto de la ignorancia de los demás como de la suya propia.

Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el poco conocimiento real que tenían sobre las cosas.

Asumió entonces una postura de ignorancia para interrogar a la gente y poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones.

A esto se le denominó “ironía socrática”, la cual queda expresada con su célebre frase que, resumida, dice: “Sólo sé que no sé nada”; aunque la forma completa de la misma es la siguiente: “Me inclino peligrosamente a decir que ni tú ni yo sabemos nada, pero que yo sé más que tú, porque tú te crees saber sin saber nada, mientras que yo, como nada sé, nada me creo saber.

En conclusión, yo sólo sé que no sé nada”.

La sabiduría de Sócrates no consistía en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que tenía y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.

Hubo una época en que yo creía saber algo, pero al conocer la historia de Sócrates me convencí de que sé tan poco como el sabio griego y por lo tanto comparto mi ignorancia con él. ¡No está mal!



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