Panamá.-Con el objetivo de ser un atajo marítimo para ahorrar distancia, tiempo y costos en el transporte de todo tipo de bienes en el mundo fue ideado el canal de Panamá, producto del ingenio y coraje humano que se remonta a inicios del siglo XVI cuando los españoles llegaron al istmo.
La vía que tiene una extensión de 80 kilómetros comunica los océanos Atlántico y Pacífico en el punto más angosto del istmo de Panamá y del continente americano.
Cumplirá el quince de agosto sus cien años de historia, siendo esta una pieza vital del comercio mundial, ya que acorta, en distancia y tiempo, la comunicación marítima facilitando el intercambio entre los centros de producción y las grandes regiones de consumo.
Desde sus inicios la vía interoceánica ha prestado servicios a más de un millón de buques en tránsito de todo el mundo, una histórica marca que fue alcanzada el cuatro de setiembre de 2010 con el paso del Fortune Plum, un buque granelado.
La octava maravilla
El canal es un catalizador del comercio global que consolidará a Panamá como el centro más importante de logística y transporte de las Américas.
Al llegar a la esclusa de Miraflores, un guía detallaba a viva voz la importancia del canal tanto para Panamá como para el mundo, explicando porqué se considera la octava maravilla del mundo moderno.
En agosto se celebrará un siglo de operación y funcionamiento continuo e ininterrumpido, pues trabaja 24 horas los 365 días del año, devenir que sucede a una secuencia de décadas de una interesante e intricada referencia de hitos tecnológicos, geopolíticos que tienen impacto sobre salud publica, saneamiento, innovación y urbanismo.
Estas evidencias indiscutibles confirman el valor permanente y la importancia mundial de la ruta por Panamá, ya que el tránsito anual de más de 14,000 buques es testimonio del servicio continuo que ofrece el canal, apoyado en una fuerza laboral de más de diez mil hombres y mujeres.
Durante el recorrido se destacó que la vía opera mediante un sistema de tres complejos de esclusas, Miraflores, Pedro Miguel y Gatún, de dos vías cada una, que sirven como ascensores de agua que elevan los buques al nivel del lago Gatún, a 26 metros sobre el mar, para permitir el cruce por la Cordillera Central, y luego bajarlos al nivel del mar al otro lado del istmo.
El canal está en una fase de ampliación que inició en septiembre del año 2007 y avanza hacia su objetivo de doblar la capacidad de la vía para atender la creciente demanda del comercio mundial.
Para asegurar la viabilidad social y ambiental del proyecto, la ampliación cumplió con los estudios de impacto ambiental que incluyen medidas de mitigación con reforestaciones, rescate de vida silvestre, rescate arqueológico y geológico.
La ampliación contribuirá a mitigar el cambio climático, ya que a través de la ruta del canal transitarán buques de mayor tamaño, reduciendo las emisiones globales de CO2.
Cultura y educación
En la esclusa de Miraflores hay un museo para que los visitantes conozcan su historia a través de fotos, documentos y artículos de la época.
Por quince dólares el público puede observar la llegada de los barcos, visitar el museo y ver una película de nueve minutos.