JÚPITER, FLORIDA.-La familia Peña se convirtió en peloteros de la misma manera en que los Bush se convirtieron en políticos en EE. UU., o los Manning en jugadores de fútbol americano.
De generación en generación, la familia Peña, compuesta por Tony, su hermano Arturo y sus hijos T.J. y Francisco se fue pasando los spikes, guantes, caretas y bates.
El único que queda en el campo es Francisco, quien está tratando de seguir los pasos de su padre, Tony, quien estuvo detrás del plato durante 18 temporadas en la Gran Carpa (y dirigió o fue instructor por otras 15), aunque eso signifique ir en contra de su herencia genética.
Los Cardenales son la cuarta organización para el menor de los Peña, la parada más reciente en una vida beisbolera que comenzó desde que era niño. Sus mejores recuerdos de la niñez provienen del clubhouse en Cleveland, donde a menudo visitaba a su padre cuando este jugaba por los Indios a mitad de la década de los noventa.
El estadio se convirtió en su segunda casa. El béisbol en la estructura de su familia.
“T.J. y Francisco crecieron en el béisbol”, aseguró Tony. “Béisbol, todo era béisbol. Crecieron viéndome jugar.
Si llegaba a casa, todo era béisbol. Si me iba de ella, todo era béisbol.
Despertabas con béisbol, comías con béisbol, te acostabas con béisbol. Cuando cruzo esas dos líneas, en mi mente solo está hacer mi trabajo y divertirme siempre”, manifestó Francisco.
“Pase lo que pase, quiero sentir en mi corazón que di mi 100 %”. Cuando se le preguntó quién le enseñó a enfocarse de esa manera en el juego, Francisco respondió: “Mi padre”.
33 Años en el juego.
Permaneció Tony Peña ligado al béisbol directamente, hasta que este año fue dejado fuera de los Yanquis.