Volvamos al “nosotros”, ¡por favor!

Volvamos al “nosotros”, ¡por favor!

Volvamos al “nosotros”, ¡por favor!

Hasta hace unos años el lenguaje era distinto. Era de compromiso, de colectividad, socializado, aunque viviéramos en una de las más descarnadas etapas del capitalismo salvaje, como en mayo de 1991 le llamó el papa Juan Pablo II.

En aquella encíclica papal, dada a conocer el primer día de mayo de 1991, Juan Pablo II arremetió contra políticos, civiles, militares, profesionales, petulantes, egoístas. Parece no haber dejado sector alguno sin mencionar, en sentido ríspidamente crítico.

El control de la natalidad, al que obviamente rechazaba, el fracaso de los sistemas socialistas, la falta de ética, la carencia de fe por parte de la gente y la deshumanización del capitalismo, la perversidad militar, la ambición de muchos y hasta la entonces ya notable disolución familiar, fueron temas abordados por la autoridad eclesiástica.

Esas realidades prosiguen en el mundo y algunas hasta se han incrementado para desgracia de muchos y beneficio de unos pocos, pero no es el tema a tratar ahora.

Hablemos del lenguaje. Recuerdo que en los años de formación académica, humana y social asumíamos siempre la primera persona del pronombre personal, en plural. No era yo. Éramos nosotros. El adjetivo posesivo no era “mío”, sino “nuestro”.

Con el liberalismo, llegó el individualismo y este nos ha regresado al canibalismo, en todos los órdenes, y, por supuesto, nos ha segregado.

Nos engullimos los unos a los otros; en vez de amarnos; nos empujamos los unos a los otros, en vez de protegernos; nos mutilamos los unos a los otros, en vez de cuidarnos. Sin importar el nivel de familiaridad, amistad, relación o confianza.

El yo soy, yo hago, yo tengo; yo quiero; yo quito; yo pongo, dispongo, cierro, abro; digo, callo; llamo; hablo, se ha insertado fuertemente en los huesos de una sociedad.

En la obra “Los tres mosqueteros”, un clásico de la literatura universal, del francés Alejandro Dumas (1802-1870), la proclama de “Todos para uno y uno para todos” adquiere categoría de juramento: Un mismo compromiso, una misma intención.

Ese es el nosotros. Sentir y asumir compromisos entre todos y para todos. En Sudáfrica prevalece la cultura Ubuntu. Es una filosofía humanista.

El expresidente Nelson Mandela (1918-2013), luchador por las libertades, los derechos humanos y civiles, filántropo de la humanidad, la practicó. Ese es el “nosotros” al que aspiramos; el “nuestro” que buscamos.



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