Veo, veo, ¿qué ves?

Veo, veo, ¿qué ves?

Veo, veo, ¿qué ves?

Farah Hallal

Un pobre. ¿De qué color? Esperen, esperen: un chin de orden… es que leí dos titulares que rezan así: 1) “Mató a su expareja y al hijo de ambos a cuchilladas” y 2) “PN apresa haitiano mató a su concubina”.

Cada palabra tendrá el peso de su sangre.

Las palabras surgen de lo que somos y pensamos. Sin darnos cuenta revelamos por escrito un sentimiento inconsciente, pero que igual queda asentado como un documento de importancia histórica.

Cada vez que vayamos a nuestro pasado individual o colectivo, las palabras escritas estarán ahí. Y, a veces, estarán allí… sacándonos la lengua del arrepentimiento.

Lo que leemos en los medios de comunicación goza, además de su significado y sentido intencional, de una carga simbólica importante.

Y es que, en ocasiones, las palabras hablan demasiado. Por ejemplo, el titular número dos no deja claro si la noticia es solo sobre un asesinato machista o sobre la delicada implantación de un mensaje subliminal: los haitianos son violentos y matan.

En el primer titular, sin embargo, no sabemos si quien mata es hombre ni parece ser relevante su ciudadanía.

Quien tenga una duda ponga en el buscador de su preferencia la frase “haitiano mata” y advertirá los “cerca de 791,000 resultados”. Acérquese y lea la cantidad de páginas oficiales que responden generosamente ante esta búsqueda.

Si se necesitara consuelo, escriba la frase “dominicano mata” y verá que aparecerán “cerca de 666,000 resultados”. ¡En el extranjero los dominicanos también matan!

¿Y las mujeres, las víctimas y las victimarias? Quienes entienden que lo femenino viene en el “todo incluido” de lo masculino se sorprenderá: “dominicana mata” generó “cerca de 5,980 resultados” y “haitiana mata” generó “cerca de 5,840 resultados”.

Esto nos deja ver que el lenguaje no discriminatorio ni sexista impacta de manera cardinal en la percepción de quien se expone a la noticia y, por supuesto, puede alterar información sobre cuántos y quiénes matan y a quiénes se les arrebata la vida.

Si la nacionalidad es parte del titular, y no simplemente del cuerpo de la información noticiosa, entonces el ser extranjero sigue siendo un elemento de llamado de atención, con lo cual se logra, “sin querer queriendo”, fomentar actitudes de desprecio ante lo extranjero.

Las palabras son símbolos y la xenofobia se alimenta con la misma tinta de la comunicación impresa que la registra.
Veo, veo… ¿qué ves?



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